30 de abril de 2013

UNASUR y CELAC deben exigir la incorporación de la Cláusula Bello en los Tratados de Libre Comercio que celebren sus miembros con países de fuera de América Latina.



El “libre comercio” no es libre ni es comercio si las naciones y las empresas que comercian no tienen una capacidad de negociación equivalente y no se crean organismos internacionales capaces de combatir los abusos originados en la desigualdad.

Humberto Podetti (Foro San Martín) 

Andrés Bello en la época en que era Canciller de Chile

Los acuerdos o contratos entre las personas y las empresas requieren que ambas tengan un poder de negociación equivalente para evitar que la más poderosa imponga condiciones desfavorables a la más débil. Los contratos celebrados entre iguales no alcanzan al 5 % de todos los contratos. La desigualdad en el restante 95 % ha sido y sigue siendo uno de los instrumentos más eficaces para producir la gigantesca brecha entre ricos y pobres, cada vez más escandalosa ante la riqueza descomunal acumulada en el mundo. En Estados Unidos, uno de los países más desiguales de la tierra, el 1 % de la población tiene lo que el 99% necesita, como denuncia Joseph Stiglitz, en el subtítulo de su libro El precio de la desigualdad (Ed. Taurus, Buenos Aires, 2012).  
Y Estados Unidos y sus socios públicos y privados, utilizan el mismo instrumento -su mucho mayor poder de negociación- en el comercio internacional, para concentrar el 99% de la riqueza que las naciones necesitan, invocando por cierto el “libre” comercio. 
El Movimiento Independentista americano tuvo una clara percepción de este grave problema y proyectó mantener unida a América Latina, desde California y Tejas hasta el polo sur, como poder político y económico ante el resto del mundo y como sociedad justa y equilibrada de sus pueblos. A este proyecto se opusieron los herederos de los encomenderos, convertidos en comerciantes “internacionales” de lo que producían los pueblos americanos. Inglaterra primero e inmediatamente después Estados Unidos propusieron el “libre comercio” a estos comerciantes portuarios y para obstaculizar la constitución de un único estado latinoamericano, idearon la “cláusula de nación más favorecida”, conforme a la cual cualquier ventaja que se otorgasen entre sí las diferentes comunidades de América Latina debía automáticamente considerarse otorgada a Inglaterra o EEUU.  
Para contrarrestar sus efectos, Andrés Bello –notable americanista, uno de los primeros teóricos de la conversión del castellano en lengua americana, literato, jurista y político venezolano/chileno- incluyó en el Tratado de Libre Comercio entre Chile y Estados Unidos de 1832, la Cláusula Bello, conforme a la cual “Chile se reserva el derecho de conceder a los demás países latinoamericanos condiciones más favorables que las otorgadas a Estados Unidos, sin que sea aplicable a esa concesión la cláusula de nación más favorecida”.  El fundamento de la cláusula, explicaba Bello, “radica en la íntima conexidad e identidad de sentimientos e intereses de los nuevos estados americanos, que fueron miembros de un mismo cuerpo político” (Alejandro Guzmán Brito, Vida y obra de Andrés Bello especialmente considerado como jurista, Ed. Thomson Aranzadi y Fundación Maiestas, Pamplona, 2008, p. 126). 
Lucás Alamán impulsó una cláusula semejante en el Tratado entre México e Inglaterra de 1840, “reservando México tratamientos especiales para los países del área, no extensibles a otros países”. Venezuela y Nueva Granada (Colombia) dieron un paso más en su Tratado de Amistad, Comercio y Navegación de 1842: introdujeron el compromiso de limitar la cláusula de nación más favorecida en los acuerdos que firmaran con naciones que no fueran de América latina, fundándose en la “vigencia de un ordenamiento jurídico común” (el notable derecho indiano, aún hoy uno de los ordenamientos jurídicos más humanistas de todos los tiempos), debiendo entendérselo como el “natural efecto de las conexiones políticas que contrajeron unidas antes en un solo cuerpo de Nación y como parte de la alianza que tienen pactada para el sostenimiento de su independencia”. 
La Cláusula Bello fue propuesta por Chile a todos los países de América Latina para que la aplicaran en los Tratados de Libre Comercio con las potencias. Porque sus efectos, naturalmente, sólo podían obtenerse si todos los países latinoamericanos seguían el ejemplo de Venezuela y Colombia y se comprometían a incluirla sin excepciones. Chile la aplicó ininterrumpidamente hasta 1845, insistiendo en su convocatoria a la reciprocidad. Venezuela y Colombia dieron un  primer paso, pero luego lo abandonaron. Y las demás naciones americanas no lo hicieron, apartándose de uno de los principales objetivos del Movimiento Independentista, lo que retrasó muchos años la integración de nuestro continente.  
Entre 1895 y 1930 Chile realizó otro esfuerzo, incluyendo la Cláusula Bello en sus Tratados con Suiza (1897), Italia (1898), Dinamarca (1899), Noruega (1927), Egipto (1930) y Checoslovaquia (1930).   
Con los mismos fines de incrementar la capacidad de negociación de nuestras naciones, aunque de carácter directamente político, se firmó en Buenos Aires el 15 de mayo de 1915 el Tratado del ABC (Argentina, Brasil, Chile), que se proponía contener el intervencionismo norteamericano en América del Sur, estableciendo un polo de poder sureño. Si bien la iniciativa fue del brasileño Río Branco, el compromiso chileno fue decisivo para la firma del Tratado. 
También estuvo presente la beneficiosa influencia del arielismo en la juventud latinoamericana, germen de los grandes movimientos populares del siglo XX: el yrigoyenismo, el Movimiento Nacionalista Revolucionario boliviano, el APRA de Víctor Raúl Haya de la Torre en Perú, el varguismo en Brasil, el ibañismo en Chile y particularmente el peronismo en Argentina. 
Con la llegada de Perón al gobierno en Argentina, se puso en práctica una verdadera política sudamericana, destinada a conformar un polo de poder integrador, heredero del Tratado del ABC, con el liderazgo argentino.  Si bien la oposición brasileña al gobierno de Getulio Vargas impidió la firma del Tratado con Brasil, Argentina firmó Tratados de Unión Económica con Chile, Paraguay y Ecuador en 1953 y con Bolivia en 1954. Estos Tratados  no sólo implicaban un freno para los TLC con cláusula de “nación más favorecida” sino que implicaban verdaderos acuerdos de complementación económica, coordinación de la producción forestal, minera, agropecuaria, industrial y energética y el desarrollo de una industrialización concertada de los países de América del Sur. Todos los Tratados incluían, además, una cláusula por la cual los firmantes expresaban su anhelo “de que la presente Unión sea integrada por todos los pueblos hermanos de América”. 
El derrocamiento de los gobiernos populares en América por golpes militares impusieron la desaparición del polo integrador. Varios años después, con el paulatino regreso de gobiernos populares, en 1969 se firmó el Pacto Andino en Cartagena de Indias, que dio lugar a la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y en 1991 el Tratado de Asunción que fundó el MERCOSUR. Pero estos acuerdos aún estaban distantes de proponerse constituir una organización supranacional en América del Sur. 
Desde comienzos del tercer milenio, América Latina ha desarrollado una nueva situación del continente. Desde 2004, en que se proclamó el Consenso del Cusco en la ciudad que fue capital de América del Sur durante casi un siglo, y 2005 en que se rechazó la incorporación al ALCA en la reunión de Mar del Plata, el proceso de integración latinoamericana ha dado pasos decisivos con la UNASUR y la CELAC. La solidaridad continental ha retomado el impulso que le dio Perón a mediados del siglo XX. Sin embargo, los grandes actores globales siguen oponiéndose abiertamente a la formación de un estado continental industrial en America.  
UNASUR y CELAC han conseguido  albergar a todos los procesos económicos que incluyen a algunos de los países latinoamericanos y caribeños.  
El más reciente de ellos, la Alianza del Pacífico, que reúne desde 2011 a México, Colombia, Perú y Chile, se ha propuesto reducir hacia fines de este año a 0 el arancel en los intercambios del 90 % de los productos que constituyen el comercio entre los cuatro países. Es un precedente valioso, que debería incluirse como objetivo a alcanzar para todos los países de América Latina y el Caribe. Es también una oportunidad para México, para intensificar su mirada hacia el Sur, sin perjuicio de que será siendo la frontera con el norte. Pero también puede convertirse en la puenta de entrada con arancel 0 de productos que se fabrican susbsidiados o con salarios indignos y descuido a la naturaleza en cualquier región del mundo o que persigan desarticular los procesos de industrialización de nuestras naciones. Esto puede afectar a sus miembros, como el Nafta obligó a la industria textil mexicana a competir con los textiles chinos, y obligarlos a afrontar afronten la desigualdad y las imposiciones económicas de EEUU, también supondrá a la larga perjuicios para el desarrollo de economías independientes en esos países pero también a los demás miembros de UNASUR y CELAC.   
Es desde ese punto de vista un desafío que tiende nuevamente a crear obstáculos que frenen el desarrollo del proceso de integración. Y como ha ocurrido hasta ahora, si vía la pertenencia de México al ALCA se convierte en un puente por el cual los cuatro países. 
Por eso es el momento que UNASUR y la CELAC den claros ejemplos de cómo se construye definitivamente la solidaridad sudamericana y latinoamericana, estableciendo que todos los Tratados de Libre Comercio que celebren las naciones de América Latina con estados extra regionales deberán incluir la Cláusula Bello.

24 de abril de 2013

Una visión española de Francisco


La elección de Francisco ha provocado una conmoción en el mundo y un renovado interés por Argentina, América Latina y el peronismo. La milenaria Iglesia católica es una de las más importantes instituciones universales y el testimonio del nuevo Obispo de Roma en su compromiso con los desheredados, los excluidos, los millones de “muertos civiles” que ha provocado la sociedad global del mercado, cuestiona al mundo. Y el mundo procura entender por qué y para qué la Iglesia eligió a este hombre, que practicó desde siempre un cristianismo completo. Reproducimos el artículo de Juan Arias, que reflexiona en torno de la “política” de Francisco. 

 
En su primera reunión con su pueblo, Francisco se inclina ante la multitud universal reunida en la Plaza, expresión de las multitudes movilizadas en todos los rincones del mundo desde comienzos del tercer milenio, alzándose contra la miseria y la exclusión


Tema del día: 
La Iglesia ha encontrado un líder 
¿Y el mundo político? 

Juan Arias (Diario El País, Madrid, 30-3-13) 

La Iglesia ha sido más rápida que el mundo político. Ambos estaban hasta ayer en profunda crisis de identidad. 

La Iglesia hundida en sus escándalos vaticanos y convertida en un “fósil”, en expresión dura del teólogo brasileño Leonardo Boff, con sus iglesias vendidas para convertirlas en salas de fiestas nocturnas y los confesionarios en muebles bar. 
Y el mundo político se encuentra perdido en una profunda crisis, no sólo económica sino también de valores, huérfano de liderazgo, en plena revuelta civilizatoria sin saber por dónde tirar. 
Ambas instituciones, la religiosa y la laica, se arrastran sin horizontes para sus jóvenes generaciones, dando palos de ciego. 
En ese panorama, la Iglesia, con sus dos mil años de historia, sus santos y demonios, sus inquisiciones y sus mártires de la caridad,  ha conseguido encontrar un líder mundial  cuando empezaba a resbalar por el barranco de la desesperanza. 
Y lo ha hecho a través de un puñado de cardenales, la mayoría ancianos y conservadores, reunidos durante dos semanas en Roma, sin grandes alharacas y revestidos de misterios y secreto, pero que se dieron cuenta que el eje del mundo ha cambiado, ya no es Europa, sino que se ha trasladado a los países emergentes. La Iglesia acabó viéndolo y se fue a buscar el nuevo líder a las Américas. 
"Me buscaron muy lejos", subrayó significativamente el papa Francisco al aparecer en el balcón la tarde de su elección. 
El papa Francisco, que sigue llamándose sacerdote y obispo, no papa, se ha convertido, en menos de un mes al mando de la nave Iglesia, en el personaje más en vistas del planeta, como un día lo fueron un Gandhi o un Luther King. 
Con un puñado de gestos simbólicos, ha dado rienda suelta a una auténtica revolución religiosa y política que empieza a resonar más allá de la misma Iglesia. 
¿Y el mundo político qué está esperando? 
Una vez Stalin preguntó cuántos ejércitos tenía el papa de Roma. 
Hablaba de armas, pero  la Iglesia es un ejército con otras armas en sus manos, que empezaban a oxidársele: es una institución, a pesar del peso de errores que arrastra, de las mejor organizadas del mundo, que cuenta con la friolera de: 

- 1.200 millones de fieles, 
- un ejército de más de 1.000.000 de sacerdotes y religiosos, 
- con 114.736 instituciones asistenciales en el mundo; 
- 5.246 hospitales; 
- 74.000 dispensarios y leproserías; 
- 15,208 residencias de ancianos incurables; 
- 1.046 universidades; 
- 205.000 colegios; 
- 70.000 asilos nido con 7.000.000 de alumnos; 
- 687.282 centros sociales y 
- 131 centros de personas con sida en 41 países. 

Una vez el líder comunista italiano Enrico Berlinguer, que no era creyente pero acompañaba los domingos a misa, a su mujer e hijos que sí lo eran, a los que esperaba en la puerta de la Iglesia, solía decir: “Si nosotros los comunistas tuviésemos a un millón de mujeres y hombres, como las monjas y religiosos católicos, con voto de obediencia y dispuestos a cualquier sacrificio, haríamos una verdadera revolución social”. 
Y es esa revolución social la que el nuevo papa Francisco ha empezado a llevar a cabo en la Iglesia y que  el mundo político parece incapaz de hacerla, sumergido en sus recetas de sacrificios y recortes a los más débiles, mientras se multiplica como una cizaña maligna, la corrupción de políticos y banqueros. 
Si al mundo de hoy le falta un gran líder, capaz de devolver esperanza y abrir nuevos horizontes a una sociedad desencantada y en ruinas, la Iglesia parece haberlo encontrado. 
Y no un líder encerrado en sus rezos, con una visión arcaica y autoritaria de la fe, sino alguien que ha pedido a los soldados de ese ejército hoy bajo su mando, que dejen de ser “coleccionadores de antigüedades” y cultivadores de “teologías narcisistas” y  se vayan a manchar sus pies con el barro “de las periferias del mundo”, donde se encuentran los más explotados por el poder. 
Un jesuita que posee “racionalidad y fe”, como afirman quienes le conocen de cerca, que además de teología ha estudiado psicología y literatura, y que al mismo tiempo ha escogido como símbolo papal un “corazón franciscano”, puede llegar a ser más que un mero líder espiritual de una Iglesia. 
Sus antecedentes como arzobispo y cardenal de Buenos Aires y sus primeros gestos de desapego a las apariencias y símbolos del poder vaticano para poner su énfasis en una Iglesia que debe ser “pobre y para los pobres”,  lo están ya convirtiendo también en una referencia política y social del mundo. 
Es justamente el mundo el que está entendiendo -de ahí la perplejidad y hasta miedo de ciertos políticos- que el papa Francisco, no es sólo un religioso que se contentará con lavar los pies a los pobres y visitar favelas. 
Los poderosos han empezado a entender que apostar por los desheredados de la Tierra, por la escoria del mundo, por los desahuciados, no sólo para consolarlos sino también para elevarles social y culturalmente, para despertar en ellos la fuerza de su dignidad como personas, sus derechos y su espíritu crítico, equivale a una nueva revolución mundial. 
Y que su mentor puede acabar siendo más que un mero líder espiritual. 
El papa Francisco le dice al rabino judío argentino Skorka, en su libro ‘Entre el cielo y la tierra’ que a él “le gusta la política”, concebida como "la fuerza responsable del bienestar de la gente". 
Le cuenta que cuando se encuentra con agnósticos y ateos “no les habla de Dios”, sino que les pregunta si están dispuestos a empeñarse en la lucha contra las injusticias perpetradas contra los más desamparados del sistema, ya que eso le basta. “Sólo les hablo de Dios si ellos me hablan”, comenta. 
A una madre que desesperada, se le quejaba, en Buenos Aires, de que su hijo joven había abandonado la fe, el entonces cardenal Bergoglio, le preguntó: 

- “¿Sigue su hijo siendo una buena persona que se interesa por los demás?” 
La mujer le dijo que sí. 
- “Entonces quédese tranquila. Su hijo sigue creyendo en lo que debe creer”, la consoló. 
Un líder así, puede crear esperanza en unos y temores en otros, ya que está pidiendo a una Iglesia anquilosada y en buena parte aburguesada, que salga de la retaguardia para ir a combatir a la primera línea del frente, puede acabar convirtiéndose en una referencia mundial de lo que el teólogo Boff llama “un liderazgo no autoritario, de valores universales en el que lo importante no es ya la institución Iglesia sino la humanidad y la civilización que hoy pueden ser destruidas”. 

Como un día surgieron líderes capaces de sacudir al mundo como Gandhi, Luther King o Mandela, entre otros, es posible que a esa lista de líderes contra la violencia y contra las discriminaciones de los diferentes, haya que añadir pronto al papa Francisco.Eso si le dejan actuar en paz, sin blindarle en los palacios vaticanos, que por ahora ha descartado, impidiéndole de acercarse y de escuchar demasiado a la gente. 
En Brasil, para el viaje a Río del papa, el próximo julio, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, las autoridades le han preparado un blindaje de 750 policías civiles y militares para proteger su vida, y que le acompañarán día y noche. 
No será fácil, sin embargo, blindar del todo a un papa que ha pedido a los sacerdotes del mundo entero que no tengan miedo de "perder la propia vida”, si su empeño social y religioso se lo exigiera. 
Jesús fue crucificado con poco más de 30 años. Los primeros cristianos, apóstoles, obispos y papas acabaron todos mártires de su fe y de su desobediencia al poder que les pedía que se arrodillase ante él. 
El viernes santo pasado, el papa Francisco se echó en la Iglesia de bruces al suelo en adoración no a los poderes del mundo. Lo hizo en señal de fidelidad a aquel Jesús que predicaba que “quien defiende la propia vida la perderá” y que  los "que se humillan serán ensalzados". 
Los cobardes, al final, son ya vivos muertos, como decía Gandhi. 

22 de abril de 2013

LAS ELECCIONES EN VENEZUELA, UN NUEVO HITO EN LA POLÍTICA DE PROFUNDIZACIÓN DE LA DEMOCRACIA DE UNASUR


Humberto Podetti (Foro San Martín) 

Las elecciones de Venezuela, en las que Nicolás Maduro ganó por estrecho margen a Henrique Capriles, dieron lugar a una grave crisis política luego de que la coalición opositora al gobierno denunciara fraude e iniciara movilizaciones en todo el país. El definitivo compromiso de UNASUR con la democracia determinó la convocatoria de urgencia al Consejo  de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno en Lima, que se expidió por unanimidad en los términos de la declaración que reproducimos a continuación, simultáneamente con el anuncio del Consejo Nacional Electoral de Venezuela que accedería al pedido de la coalición de Capriles de proceder a auditar el 100 % de los votos emitidos.

Los miembros del Consejo saludan tras la reunión de Lima

Declaración del Consejo de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) 
El Consejo de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno de UNASUR, reunido en sesión extraordinaria en Lima: 
1. Expresa su felicitación al pueblo venezolano por su masiva participación en la elección presidencial del 14 de abril último, que ratifica su vocación democrática y saluda al Presidente Nicolás Maduro por los resultados de los comicios y su elección como Presidente de la República Bolivariana de Venezuela. 
2. Insta a todos los sectores que participaron en el proceso electoral a respetar los resultados oficiales de la elección presidencial emanados del Consejo Nacional Electoral (CNE), autoridad venezolana competente en la materia. 
3. Ratifica, en la línea de lo señalado en la Declaración de la Misión Electoral de Unasur a Venezuela del 15 de abril último, que todo reclamo, cuestionamiento o procedimiento extraordinario que solicite alguno de los participantes del proceso electoral, deberá ser canalizado y resuelto dentro del ordenamiento jurídico vigente y la voluntad democrática de las partes. En tal sentido toma nota positiva de la decisión del Consejo Nacional Electoral de implementar una metodología que permita la auditoría del total de las mesas electorales. 
4. Hace un llamado a deponer toda actitud o acto de violencia que ponga en riesgo la paz social del país y expresa su solidaridad con los heridos y las familias de las víctimas fatales del 15 de abril de 2013. Invoca asimismo al diálogo y a contribuir a preservar un clima de tolerancia en beneficio de todo el pueblo venezolano. 
5. Acuerda la designación de una Comisión de UNASUR para acompañar la investigación de los hechos violentos del 15 de abril de 2013. 
Sostener la democracia representativa es sólo un primer paso en el camino de profundizar la democracia, es decir, desarrollar nuevas formas de participación en las decisiones políticas que permitan el ejercicio de la soberanía por el pueblo, haciendo obligatorio el mandato dado a sus representantes y mediante formas de democracia directa. Y el sostenimiento de la democracia representativa como un primer escalón de un largo ascenso, implica expresar a todo el pueblo y no sólo a una parte, encontrando los modos de conciliar y armonizar las divergencias internas de cada nación y las de la organización continental. Ese es el camino que proponía Perón para el Siglo XXI: unidos o dominados, en el seno de cada comunidad organizada y en el Estado Continental Industrial. El Consejo de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno UNASUR está mostrando ese camino respecto del pueblo sudamericano, pese a las diferencias que separan en sus orientaciones políticas, sociales y económicas a Piñera, Dilma, Maduro, Santos, Cristina, Humala, Morales o Mujica.  
En esa dirección, Carola Chávez, periodista y militante venezolana, una de las primeras conferenciantes en el Seminario anual 2012 del Foro San Martín, nos envía la siguiente nota, precisa y firme en el compromiso con el pueblo sudamericano y la formación del estado continental:


ENTRAMPADOS EN ATAJOS 
Carola Chávez 
carolachavez.wordpress.com


Carola en la presentación en Caracas de su libro Qué pena con ese señor

El camino corto, en política, resulta muchas veces ser el equivocado. Andar apuraditos por ese camino nos impide ver un sin fin de elementos regados en el complejo paisaje del camino largo. Andar apuraditos buscando culpables nos impide ver y entender razones.
Este ha sido el reiterado camino de la oposición. Ellos tienden a lamerse las heridas achacando sus errores al chavismo. Nos llaman ignorantes, tarifados, tramposos, fraudulentos, incluso ahora, luego de ganar un millón de votos que hoy se dedican a perder a patadas en su crónica manía de tomar el camino corto. No hay atajos.
Pero lo que hoy me hace sentarme a escribir no es esta recurrente manía opositora sino la incipiente tendencia chavista que tanto se le parece y que, extremos-que-se-tocanmente, tanto me preocupa.
“Traidores desclasados” -Adjetivos dedicados por compañeros chavistas a quienes no votaron por Maduro el domingo pasado. Traidores y punto, nada más que decir, nada más que pensar. Ni un solo por qué sale de la boca de estos jueces autoproclamados -menos mal que son poquitos-, ni una duda, solo dedos batientes que piden a gritos injusticia; que se exponga a los traidores, que se les persiga, duro, bien duro, para que jamás regresen, para que nunca entendamos dónde fue que la cagamos, porque los súper revolucionarios jamás nos equivocamos, así que no podemos permitir que un pata en el suelo sin conciencia de clase pretenda exponernos y restregar nuestros errores en la cara.
Yo soy Chávez y lo asumo, y asumirlo, creo, es actuar como lo haría mi Presi; y no lo veo batiendo el dedo contra el pueblo que tanto quiso. No lo veo mezquino, jurando arrebatar lo que entregó por justicia, nunca a cambio de unos votos. Me lo imagino queriendo entender las razones de boca de la misma gente. Lo veo clarito, revisándose. Lo veo recuperando ese apoyo perdido, y logrando otros nuevos. No imagino a mi Presi llamando “pueblo traidor”. No lo hizo cuando perdimos la Reforma. Él no condenó a la gente entonces, él buscó las razones desde dentro y desde ahí supo que había que rectificar. ¿Entonces qué hacemos? ¿Somos como Chávez? O abrazamos la intolerancia y la soberbia que siempre hemos combatido. Condenamos a la señora de Ciudad Caribia que votó por la oposición y nos condenamos a nosotros mismos, aceptando el juego cochambroso del adversario, para quien la justicia social no es más que un simple chantaje electoral.
¿Qué hacemos? ¿Nos quedamos en nuestro Olimpo de pureza revolucionaria mirando con asco hacia abajo, clamando por formación ideológica para esa gente inconsciente, malagradecida, ignorante?… ¿Seguiremos ignorando que allá donde miramos rabiosos es justamente donde está la respuesta?
Cuando creemos saber más que el pueblo despojamos de sentido a nuestra lucha.

8 de abril de 2013

Cristóbal Colón


Cristóbal Colón inauguró el período indiano de nuestra historia, en el que se forjó nuestra cultura mestiza y revolucionaria, profundamente humanista, que hoy se expresa en el Consenso del Cusco

La estatua por la que le rendimos homenaje debe ser mantenida en su lugar

Humberto Podetti (Foro San Martín)

Al mundo le faltaba América y a la humanidad, los americanos. Les faltaba el sentido de la vida de los nahuas –que tanto nos recuerda el Descenso y ascenso del alma por la belleza de Leopoldo Marechal-. También les faltaba la realización del trabajo como solidaridad y reciprocidad de la minc’a y la mit’a incas que siguen practicándose de Colombia a Chiloé. Y más aún les faltaba la comprensión del poder creador de la palabra y el sentido la ciudad sin mal de los guaraníes –ingrediente substancial del pensamiento latinoamericano como nos dice Graciela Maturo en La razón ardiente-.  
La hazaña de Colón al establecer una ruta de navegación entre América y Europa, hizo posible la universalización de la historia humana, las primeras reflexiones ante una humanidad por fin completa y el nacimiento de un humanismo que afirmó por primera vez el derecho de todos los hombres y todas las mujeres a pertenecer a una comunidad organizada y a gobernarse a sí mismos.  
Por cierto que también abrió el camino para la conquista, la destrucción, el martirologio, la esclavitud. Pero la cosmovisión de Colón fue premonitoriamente la de “un mestizo de dos mundos, de dos historias que se contradicen y se niegan”, y con esa cosmovisión fue el autor “del mayor acontecimiento cosmográfico y cultural registrado en dos milenios de historia de la humanidad”, como escribe Augusto Roa Bastos en su Vigilia del Almirante. La amistad de Colón con Fray Bartolomé de las Casas –autor del primer tratado sobre derechos humanos de la historia- inclinó su alma hacia la crítica de la conquista y la comprensión del poder germinal del encuentro de pueblos y culturas.  
Por ello Colón inauguró el período indiano de nuestra historia, en el que frente a cada acto inhumano hubo un Montesinos o un de las Casas, alzando sus voces y sus puños, un Vasco de Quiroga fundando pueblos de indios e ibéricos, un Bernardino de Sahagun alfabetizando el náhuatl, un José de Anchieta alfabetizando el tupí guaraní, un José de Acosta esbozando tres siglos antes de Darwin –y con sentido humanista y liberador- la teoría de la evolución, un Roque González fundando ciudades sin mal guaraníes, un Inca Garcilaso presentando la historia y la cultura de los antiguos peruanos, un Vitoria proclamando que la soberanía reside en el pueblo y que todos las personas tienen derecho a ser propietarias y a tomar parte en las decisiones políticas.  
Cristóbal pensaba, hablaba y escribía en castellano. El mismo castellano cuya transformación en una lengua americana comenzaron Sahagún y Anchieta y tantos otros, incorporándoles los sentidos y valores de las culturas americanas. El castellano por el que ya transformado en nuestra lengua, optó José María Arguedas, abandonando el quechua materno, para escribir sus cuentos y novelas, porque ya se le había comunicado “nuestro espíritu…y porque el castellano está embebido en el alma quechua”.  
La conmoción profunda de Colón y su deslumbramiento y asombro cuando acabó de comprender que estaba ante un nuevo mundo –redondo, completo, que volvía a pensarse desde sus orígenes en América- está en el germen de ese período de tres siglos que produjo el movimiento independentista y culminó en los grandes movimientos populares del siglo XX y nuestro siglo.  Nuestra América es historia, cultura y geografía íntegras, desde que el primer homo sapiens pisó su suelo hasta nuestros días. Y en esa historia Colón tiene un lugar preciso e inamovible.