28 de septiembre de 2012

Pepe Mujica habla sobre Uruguay, Argentina, Venezuela…

Figari, Pelando la pava (1925).


El entrañable uruguayo Methol Ferré decía en sus conferencias en Buenos Aires “Yo soy un argentino oriental; ustedes son argentinos occidentales”. En el Foro San Martín nos acordábamos de eso cuando leíamos este reportaje a Don José Mujica, Presidente en la República Oriental del Uruguay y patriarca en la América del Sur. Aquí les acercamos las partes que tienen que ver con la relación entre nuestras patrias, partes de la Patria Grande

 

-¿La clase media uruguaya es la misma que en Argentina cacerolea contra Cristina Fernández?

-No, yo creo que Argentina es mucho más estratificada. Nosotros somos un país bastante integrado y muy republicano. No soy yo que soy un presidente distinto. La historia de Uruguay está llena de presidentes que no encajan con lo que hay ahí afuera. El viejo Luis Batlle salía con un perro de ahí, de Camino de las Tropas, iba hasta el estadio de Cerro caminando con el perro. No tenía nada de presidente de mármol ni nada por el estilo. Eso vino con Pacheco, qué sé yo.

-En Argentina, Arturo Jauretche hablaba peyorativamente de las clases medias, a las que definía como los “medio pelo”. ¿Hay alguna expresión de eso en Uruguay?

-Uruguay tuvo un patriciado, gente muy comprometida con la acción política, pero abierto, se renovaba. Hay apellidos en nuestra vida política que se repiten. Pero al lado de ellos vino gente de todos los estamentos. En Argentina es mucho más cerrado hasta la irrupción del peronismo, que es una especie de catarsis. En la política argentina hay un intento homólogo a lo que fue don Pepe Batlle acá, que es el fundador del radicalismo, Irigoyen, una figura emblemática. No pudo concretar lo que Batlle concretó acá. La Argentina golpista y más reaccionaria le puso el freno. Después su partido se transformó en un partido conservador cuando vino la avalancha nacionalista y peronista. La guerra hizo que una parte considerable de la izquierda argentina se ubicara mal, y ello explica el estancamiento que tuvo, que el pueblo argentino le cobró durante muchísimo tiempo. Ser zurdo en Argentina era igual a ser traidor, una cosa espantosa. Entonces la izquierda no pudo operar dentro de esa gigantesca columna popular. Eso le hizo mal al peronismo, porque floreció cualquier cosa; ser peronista da para cualquiera. Y es un peso que tiene Argentina.

-La izquierda uruguaya parece no entender el peronismo. ¿Esa incomprensión la ha notado en los conflictos de los últimos años con Argentina?

-Uruguay es un país medio esquizofrénico: les chupa la sangre a los argentinos y después los escupe. Una vez vino la selección argentina a Uruguay para clasificarnos. Y no fue un arreglo por plata, fue un tácito arreglo entre los jugadores, fue un gesto de simpatía, de tal manera que Uruguay se pudiera clasificar. Después juega la selección argentina y nosotros somos hinchas de Alemania. Que la Argentina tiene sus problemas, sí, pero nosotros confundimos Barrio Norte y una parte de Buenos Aires, que nos da en el forro, con Argentina. Argentina es un continente. Yo he sentido esa reacción de forma permanente. De un Herrerismo que de herrerismo tiene el nombre, porque dejó por el camino lo mejor de Herrera y se quedó con lo peor, con el Herrera conservador, y al antiimperialista lo enterró. Y de un Partido Colorado que está permanentemente en la chiquita. Desde luego que las políticas que está llevando Argentina adelante son enormemente proteccionistas y nos crean problemas por acá y por allá. Ahora, ¿qué hacemos? ¿Rompemos relaciones, declaramos la guerra? Dicen que hay que ponerse más firmes. ¿Qué es “ponerse más firmes”? Lo que buscamos son soluciones para los problemas que tiene nuestra gente, y tenemos una diferencia de táctica enorme. Es como si la política internacional fuera una cuestión de guapos. Creo que uno tiene que luchar por el interés concreto de la gente concreta.

-Teniendo en cuenta la relación que usted tiene con Cristina Fernández, ¿cómo aborda con ella las dificultades en la relación bilateral?

-Cuando tengo que discutir soy muy duro. La reunión acá en el Parque Hotel [se refiere a la cumbre de presidentes del Mercosur] fue dramática. El último regalito que le hice a Cristina fue el libro de Pablo Blanco Acevedo [El gobierno colonial en Uruguay y los orígenes de la nacionalidad], que habla de la lucha de puertos, como para decirle: ‘mirá que esto que pasa es la historia de Montevideo’. Pero tengo que mantener la puerta abierta a una actitud constructiva y de diálogo, porque consigo más.

-¿Se está manejando crear una empresa binacional para el dragado del canal Martín García?

-Es una propuesta de Uruguay para salir de los líos. Tener una empresa que sea de los dos Estados, y a ésa le encargamos que drague. Toda la vida vamos a tener que dragar, porque el río rellena, y cada dragado sale un ojo de la cara. Me puse a averiguar qué pasaba con las dragas en Uruguay; con todos los defectos que tiene la administración pública y con todo el sebo que hacen, nos salen mucho más baratas las dragas del puerto que tener que contratar una empresa.

-¿No será complicado ponerse de acuerdo, teniendo en cuenta las dificultades que ha habido?

-Pero si hacemos una empresa pública en el derecho privado y colocamos algunos buenos técnicos... Podemos tener el mecanismo de que ellos puedan contratar a otras empresas. Y salimos del lío. Cada vez que hay una licitación grande, en la que se juega mucha guita, se arma lío, porque las empresas luchan y se muerden, luchan en el campo jurídico para impugnar, y estamos expuestos a eso.

-El traslado a la Embajada de España del presidente de la Comisión Administradora del Río de la Plata (CARP), Francisco Bustillo, se vio desde Argentina como una posibilidad de destrancar las negociaciones por el dragado. ¿Se tuvo en cuenta este factor?

-Hay un montón de cosas que no se van a arreglar, que son legales pero que no tienen nada de bonito, y que vienen de 20 años atrás. Me refiero al tráfico de los autos y todo ese tipo de cosas. Me parece que seguir revolviendo eso es no arreglar nada, porque eso no tiene arreglo porque es legal, está laudado y está enterrado. Ahora, puede servir para mucho bochinche nomás, y para joder a gente que anda por ahí. Entonces, nosotros consideramos que es mejor enterrar ese asunto, porque no está en manos de los poderes políticos y ya está laudado por la Justicia.

-¿Qué expectativa tiene de las elecciones en Venezuela?

-Mi expectativa es que Chávez viva, que esté fuerte y que vaya para adelante, y creo que va a ganar.

-¿Qué puede pasar en una Venezuela sin Chávez?

-Es muy complicado. Es una de las causas por las cuales yo me incliné por que entrara Venezuela al Mercosur ahora. Es una manera de que Brasil esté comprometido en la lucha diplomática si Venezuela se llegara a inestabilizar un día. ¿Me van a decir que es exagerado? Después de ver que a todos los países petroleros se la dieron, no es exagerado.
FSM

27 de septiembre de 2012

"El pensamiento estratégico de Brasil, hoy"

 Marco Aurelio García: “Necesitamos una doctrina de la integración”.


El Asesor Especial para Asuntos Internacionales de la Presidenta Dilma Rouussef concedió un extenso reportaje al periodista Carlos Monge de La Segunda de Chile, el 8 de septiembre. Sus respuestas sobre diversos aspectos del proceso de integración de América del Sur en UNASUR y de América Latina y el Caribe en la CELAC destacan las fortalezas de la unión continental para un diálogo y una negociación equilibradas con el mundo y la necesidad de desarrollar una doctrina de la integración. García –abogado y licenciado en filosofía y profesor de Historia Latinoamericana en la Universidad Federal de Campinas-, sostiene que es necesario desarrollar una doctrina de la integración, que no sólo sea la explicitación de los elementos incorporados a la Constitución de UNASUR y de las grandes cartas de triunfo que la región tiene -múltiples fuentes energéticas, excelente producción de alimentos y minerales, rica biodiversidad y una población más de 400 millones de personas- sino, sobre todo, los aspectos político-culturales que fundan un proyecto como UNASUR.
  

Marco Aurelio García
El profesor Marco Aurélio García, asesor internacional de la Presidenta Dilma Rousseff  (y antes del Presidente Luiz Inácio Lula da Silva), conoce Latinoamérica como la palma de su mano. Y Chile, en particular, más que cualquier otro país, porque aquí vivió parte de su exilio, luego de dejar Brasil en la década del 60, huyendo de la dictadura militar que llegó al poder en 1964. Virtual ministro sin cartera, la oficina de este fundador del Partido de los Trabajadores (PT) -se dice que él redactó el programa de esa agrupación política, fundada en 1981- está en el PLANALTO, a escasos metros del despacho de la Mandataria. Y su labor consiste, principalmente, en ser los ojos y oídos de la Jefa de Estado del país más poblado de América del Sur, en materia de política exterior.
Allí, en el palacio presidencial de Brasilia, recibió a "La Segunda Sábado" para abordar diversos temas relacionados con la agenda bilateral de Chile y Brasil, en primer término. Pero también sobre el entorno regional en el cual esta relación se inserta.
Calos Monge: ¿Cómo definiría el actual estado de la relación bilateral entre Brasil y Chile? Da la impresión de que es una relación correcta, pero de baja intensidad, pues no se aprecian gestos especiales de un lado u otro.
Marco Aurelio García: Son buenas las relaciones, Ud. lo ha dicho: correctas. Obvio que el gesto que se esperaría es el de una visita de la Presidenta a Chile. Eso vendrá en algún momento. La verdad de las cosas es que la situación económica hizo que disminuyera considerablemente la agenda internacional de los presidentes, que en los últimos años ha sido muy intensa. Ayer mismo mencionaba en una charla para diplomáticos, en Itamaraty, que la diplomacia presidencial había impuesto tareas impresionantes para los jefes de Estado, muy distintas de lo que ocurría en el pasado. Getulio Vargas estuvo 19 años en el gobierno, acá, en Brasil, e hizo dos visitas al exterior. Una a Argentina y otra a Paraguay. Pero no creo que eso vaya a significar -el canciller (Antonio Patriota) estuvo allá, yo estuve allá-, una disminución de la relación nuestra. No tendrá quizás la intensidad que tuvo en otros momentos, pero la volverá a tener. De eso estoy absolutamente seguro. Así que no creo que exista ningún problema particular que esté pesando hoy día sobre las relaciones.
-¿Cómo se pueden densificar las relaciones entre dos países que no tienen fronteras físicas entre ambos?
-¿Se acuerda de la frase famosa del Barón de Rio Branco, cuando decía que tenemos "una amistad sin límites"? Hay dos campos que se pueden explotar. Por una parte, relaciones bilaterales propiamente dichas. Tenemos una relación económica y comercial que es importante. Chile tiene grandes inversiones en Brasil y Brasil comienza a tenerlas también allá. Incluso en sectores de significación estratégica, como es el caso de la energía...
-Se acaba de anunciar que el grupo brasileño LAP invertirá en Chile US$ 2.000 millones para generar energía eólica e hidroeléctrica en los próximos años.
-Sí. Y obviamente Chile tiene ese problema crucial que lo afecta. La naturaleza, tan generosa en una serie de cosas con Uds., no lo fue en el caso de la energía. Y es un momento también de transición de los paradigmas energéticos... Pero quisiera retomar el tema bilateral más amplio. Hay relaciones también en el ámbito del intercambio de políticas públicas de los dos países. Y vínculos que nos interesan mucho en educación, ciencia y tecnología. La Presidenta Dilma tiene una visión muy clara, que creo es compartida también por el Gobierno chileno, en el sentido de que los avances que vamos a tener en el ámbito productivo están muy vinculados a la innovación científica y tecnológica. En un país que tiene una economía muy abierta -tengo entendido que el PIB chileno está en un 60% vinculado al comercio exterior; el nuestro es mucho menor: a lo sumo, un 13-, ganar la competitividad necesaria depende, en gran medida, de hacer innovación. El otro aspecto es el multilateral...
-Ahí hay grandes coincidencias, ya que, por lo general, Brasil y Chile votan alineados en los organismos multilaterales.
-En efecto, yo diría que en las últimas instancias multilaterales, Brasil y Chile estuvieron juntos, sea en la forma por la cual tratamos la crisis de Paraguay, o bien en la convergencia en UNASUR (Unión de Naciones Sudamericanas). Y últimamente en el caso de la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), que nosotros impulsamos en un comienzo y que ahora sé que Chile está conduciendo en una forma muy adecuada, de cara a la cumbre del próximo año en Santiago.
-A propósito de la crisis paraguaya, es evidente que este tema dividió en dos a los organismos hemisféricos: mientras UNASUR y MERCOSUR suspendían al gobierno de Federico Franco, el sucesor de Lugo, la OEA decidió, en cambio, mirar y esperar (Nota del FSM: el gobierno de facto de Paraguay llevó a la OEA el caso de las sanciones aprobadas por unanimidad en UNASUR y MERCOSUR a raíz de la destitución ilegal de su Presidente y Presidente UNASUR, Fernando Lugo. Pese al apoyo de Estados Unidos para sostener un informe del Secretario General de la OEA que declaraba que la destitución había sido legal, la votación fue terminante, rechazando el informe y exigiendo el pronto llamado a elecciones para restablecer la democracia en el Paraguay, de modo que en realidad, la OEA siguió el criterio de UNASUR y MERCOSUR.).
-Nosotros fuimos muy críticos del informe del secretario general de la OEA (José Miguel Insulza), porque da una impresión de normalidad. Primero, no hubo normalidad en la forma por la cual el Presidente Lugo fue echado de la Presidencia. Y eso UNASUR lo reconoció unánimemente. Y la situación post caída de Lugo tampoco es normal. Hay mucha persecución. Una cosa es que no exista represión al estilo de las viejas dictaduras que hubo en Chile, en Brasil, en Argentina, pero es verdad también que hay una persecución sistemática en contra de todos los partidarios de Lugo.
-En diciembre próximo comienzan los alegatos entre Chile y Perú en la Corte Internacional de La Haya. ¿Cómo observa Brasil esta situación?
-He hablado con muchas autoridades chilenas y hablé más recientemente con autoridades peruanas, algunas incluso involucradas directamente en la negociación de La Haya. En todas partes escuché, primero, una disposición de aceptar las conclusiones a las que el tribunal llegué allí. Habrá, probablemente, una pequeña crispación en el momento de los alegatos, pero eso puede desaparecer muy rápidamente. Además, y ésta es una opinión muy personal, la impresión que tengo, observando otras decisiones de La Haya, es que no será una decisión tajante, en contra o en favor de uno o de otro país.
Creo que habrá una decisión equilibrada que probablemente pueda disgustar a las dos partes, o, al revés, puede ser que les guste a las dos partes. Encuentro que esa decisión es importante, porque, aceptada por ambas partes, como creo que va a serlo, permitirá que se pongan de acuerdo para avanzar en cosas más significativas. Sobre todo en una región que está haciendo una apuesta por su integración. Lula siempre decía que no quería que un problema del siglo XIX perturbara, por así decirlo, las relaciones del siglo XXI.
Eso significa que a lo mejor vamos a tener que archivar algunas de las cuestiones, dejarlas como cuestiones históricas. Cuestiones que no son irrelevantes, y que tienen pesos distintos para cada uno de los países. Pero hay que pensar alternativas que puedan, en el ámbito de una solución pacífica y diplomática, crear una nueva situación.
-Hay quienes piensan que la Alianza del Pacífico, integrada por México, Colombia, Chile y Perú, aunque sus miembros lo nieguen, es un pacto ideológico y que apunta contra UNASUR. ¿Qué piensa Ud.? (Nota del FSM: La Alianza del Pacífico, fue constituida el 6 de junio de 2012 y la integran como miembros plenos México, Colombia, Perú y Chile y como observadores Costa Rica, Panamá y Uruguay. Algunos sostuvieron que era un acuerdo opuesto al ALBA, que integran Venezuela, Ecuador, Bolivia, Cuba, Nicaragua, Antigua y Barbuda, Dominica y San Vicente y las Granadinas o un contrapeso al MERCOSUR. También se sostuvo que en realidad estaba inspirada por México, inquieto por la formación de UNASUR y para equilibrar el peso del MERCOSUR. Sin embargo hasta la fecha no ha tenido ninguna repercusión en UNASUR ni en la CELAC).
-No, no creo que apunte contra UNASUR. Puede ser que algún sector, algún sector de gobierno o algún gobierno, tenga diferencias con UNASUR. No creo. Porque la última vez que UNASUR se reunió demostró una unanimidad extraordinaria en torno a una cuestión álgida, y que no era fácil, como fue la crisis paraguaya. Ahora, que hay alineamientos político-ideológicos distintos en la región, sobre eso no hay ninguna duda. Tenemos el ALBA (Alternativa Bolivariana para las Américas). Brasil no hace parte ella, pero ahí está. Hay una configuración muy particular en América Central también, cambiante, en la medida en que suben gobiernos más de izquierda, más de derecha, más de centro, en fin.
Entonces, creo que sería un error, si cualquier grupo que se constituyera -y aquí no me refiero en particular a nadie- apareciera como conflictivo con UNASUR. Cuando nosotros creamos UNASUR y fue una discusión muy larga, la idea que teníamos era justamente eliminar cualquier sesgo ideológico. Y sí hacer una apuesta muy fuerte en el peso que el proceso de integración tendría para que pudiéramos ubicar a América del Sur de otra forma en el mundo.
Fue una elección brasileña también. Brasil podría intentar ir solo. Constituirse como un polo en el mundo. Podríamos intentar incluso transformar al MERCOSUR en ese polo, sobre todo ahora con el MERCOSUR fortalecido con el ingreso de Venezuela, pero hicimos otra apuesta. Que no estaba apoyada necesariamente en la sensibilidad política o ideológica de tal o cual gobierno, sino que buscaba realizar una convergencia.

Ahora, eso pone en evidencia un tema que a Lula le preocupa mucho y que él lo expresa en una forma muy particular. Yo estuve en una discusión hace tres días con él, en San Pablo, en una reunión que hizo con todos los movimientos sociales relevantes de Brasil sobre América del Sur. Y él decía: Nosotros necesitamos, de alguna manera, de una doctrina sobre la integración. Esa es su expresión. Creo que cuando dice eso, lo que está planteando es no sólo, digamos, la codificación, la racionalización de aquellos elementos que nosotros pusimos en el momento de la constitución de la UNASUR como elementos necesarios.

-¿Una integración que, en definitiva, vaya más allá de los aspectos meramente comerciales, como ha sido hasta ahora?

-Es decir, no vamos a hacer una integración solamente comercial, porque incluso tenemos regímenes comerciales totalmente distintos. Vamos a hacer una integración que potencialice las grandes cartas de triunfo que la región tiene y que son muchas. Es una región con múltiples fuentes energéticas, productora de alimentos y de minerales, rica biodiversidad y población -con un mercado que se está constituyendo de más de 400 millones de personas-, etcétera, etc.

Pero hay que ir más allá de eso, y tratar de descubrir ciertos aspectos político-culturales, por así decirlo, que justifican un proyecto como UNASUR. Y creo que hay base para eso. ¿Por qué? Porque nosotros tenemos hoy día una región democrática. Obviamente habrá personas en Chile que criticarán la democracia de Venezuela y habrá gente en Venezuela que criticará la democracia en Brasil, y así por delante. Pero creo que, cada una a su manera, son todas ellas experiencias muy importantes. En Chile, de hecho, la última expresión de ello es la alternancia. 
En el caso de países como Venezuela, Bolivia, Ecuador, hubo un fenómeno muy importante en los últimos años que fue la ampliación del espacio público. Lo cual hizo que fueran necesarias nuevas discusiones y nuevas configuraciones de las instituciones políticas, porque no es posible que estas instituciones se mantengan cristalizadas cuando hay cambios en la correlación de fuerzas en la sociedad. Puede que eso signifique muchas veces una efervescencia y una turbulencia política, está bien. Pero no es verdad que antes de que ello ocurriera esos países vivían en la tranquilidad.

-¿En qué sentido?
-Ecuador tuvo ocho presidentes en diez años. En los cuatro primeros años del gobierno de Lula, fui por lo menos 16 veces a Bolivia y me encontré con cuatro presidentes distintos. Y en Venezuela, desde el 89, se fue el mito de la estabilidad y la democracia. Si Chávez está allá, no es porque sea un dictador, Chávez está allá por elecciones. Ha ganado doce elecciones en catorce años. Y a uno puede gustarle o no, como puede no gustarle Piñera o no gustarle Dilma, pero la verdad es que a las sociedades de los respectivos países sí les gustaron.
Corredor bioceánico: "Si no es por Bolivia, será por Argentina"
Vuelvo a la agenda bilateral. Desde 2010, se anuncia la inauguración del corredor bioceánico, que unirá a Brasil con Chile, a través de Bolivia. Dado que la relación Santiago-La Paz está bloqueada por la reivindicación boliviana de una salida al mar, el asunto continúa trabado. ¿Es posible imaginar que esa conexión vial se pueda dar a través de otros países? ¿Por ejemplo, Argentina?
-En primer lugar, no creo que el contencioso de frontera, que es secular, entre Bolivia, Chile y Perú, porque es un problema tripartito, sea un obstáculo para que nosotros avancemos. La pregunta de por qué no avanza el corredor tiene que ser hecha a los bolivianos, porque hay un pequeño trecho ahí que no se resuelve. Pensamos rehacer muy pronto nuestras discusiones con nuestros amigos bolivianos para ver si avanzamos. Sé que hay otros proyectos que no son incompatibles, sino que, por el contrario, son paralelos a ése, que sería el del corredor bioceánico Porto Alegre-Coquimbo, y que supone un paso por la cordillera, por medio de un túnel de mediana altitud. No sé si los estudios están en este momento concluidos. Pero sé, sí, que sobre todo el gobierno local (de San Juan), estaba muy interesado en el tema, porque eso tendría un impacto positivo en su economía.
Hablando de Bolivia, Brasil concedió asilo en su embajada en La Paz a un senador opositor a Evo Morales, Roger Pinto, que acusó al gobierno boliviano de estar en connivencia con el narcotráfico.
Ese es un asunto que no quiero profundizar mucho. Ud. sabe que el derecho de asilo es muy fuerte en América Latina. Yo mismo fui beneficiario de ese derecho tras el golpe de Estado de 1973 en Chile. En el momento en que ese senador pidió asilo se consideró, a partir de una serie de elementos, que lo merecía. El gobierno boliviano tiene una posición distinta. No quiere conceder el salvoconducto. Estamos examinando con tranquilidad eso. Pero no creemos que eso vaya a crear ninguna dificultad suplementaria entre Bolivia y Brasil. 

-Hace poco Brasil realizó un operativo, en el que participaron sus FF.AA., en toda su frontera terrestre. Y, en paralelo, se dio una incursión policial, acordada con las autoridades peruanas, en territorio de ese país, con objetivos antidroga. ¿Cómo manejará Brasil esta nueva agenda de seguridad "transnacional", que aparece sobre la mesa?
  -Quisiéramos manejarla en el ámbito de UNASUR. UNASUR creó un consejo, con un nombre muy complicado que siempre se me escapa. Algo así como Consejo para Tratar el Problema de las Drogas, etc. Más allá de los acuerdos bilaterales que hay al respecto entre Brasil y Bolivia, Brasil y Perú, y otros países, pensamos que eso debiera ser objeto de una negociación más fuerte, más intensa y multilateral, en el ámbito de UNASUR. Y debiera estar encauzada por algunas medidas. Primero, control de fronteras. En el caso brasileño, es un problema grave, porque nosotros tenemos una frontera de tierra y mar gigantesca... 
(Nota del FSM: El Consejo fue constituido el 4 de agosto de 2010 y su nombre es Consejo Suramericano Sobre el Problema Mundial de las Drogas y es una instancia permanente de la UNASUR de consulta, cooperación y coordinación sobre el narcotráfico).  
-Que inevitablemente es porosa...
  -Muy porosa. Ahí tenemos, por una parte, que fortalecer los puntos más abiertos de frontera. Para ello, estamos utilizando cada día más dos instrumentos que nos parecen importantes. El sistema Sivam-Sipam, que es un sistema de monitoreo, con aviones, radares y satélites, sobre todo en la Amazonía. Y, por otro lado, queremos multiplicar la presencia de aviones no tripulados en esa región. Incluso estamos produciendo esos aviones en Brasil ahora. Que son también instrumentos muy efectivos. La otra cosa es impulsar las actividades de control del lavado de dinero, porque eso sí es un elemento de gran eficacia en el combate del narcotráfico. Pero, más allá de la cooperación bilateral que nosotros tenemos -y que con Bolivia, por ejemplo, es muy buena-, sería de gran importancia que pudiéramos dar más peso efectivamente en el ámbito de UNASUR a ese consejo que fue creado un poco a la imagen del Consejo Sudamericano de Defensa.
  FSM

 

 
 

25 de septiembre de 2012

Un día de furia.



En 1808, cuando comenzaba el proceso de la Independencia en América, el pueblo madrileño se levantaba contra las tropas de Napoleón. Hoy están peleando contra otro opresor: la banca

“Ningún ser humano es ilegal” – 2° parte


Figari

 Acercamos aquí la segunda parte de un trabajo de Humberto Podetti, uno de los impulsores del Foro San Martín: “EL DERECHO A PERTENECER A UNA COMUNIDAD ORGANIZADA EN LA VISIÓN DE TRES FILÓSOFOS Y UN ESTADISTA”. Fue publicado anteriormente por la Universidad Nacional de Cuyo en su 70° aniversario. Reúne  las visiones de importantes pensadores sobre el ser humano y su relación con la comunidad  Y sus vínculos con el pensamiento original que se ha desarrollado durante cinco siglos en nuestra América.

En la primera parte subimos, los capítulos dedicados a Francisco de Vitoria y a Immanuel Kant. Ahora lo hacemos con dos pensadores casi contemporáneos: la filósofa Hannah Arendt y el ex presidente argentino Juan Domingo Perón, y las reflexiones finales de Podetti.


IV - Arendt: el derecho a pertenecer a una comunidad organizada en contradicción con el Estado-Nación y la soberanía

Hannah Arendt nació en Hannover en 1906 y creció y se educó en Könisberg, la ciudad de Kant. Entre 1930 y 1940, en el interregno entre las dos últimas grandes guerras europeas, escribió los ensayos que luego reunió en La tradición oculta, a los que agregó la Dedicatoria a Karl Jaspers, escrita en 1947. En 1933 debió emigrar a Francia por la persecución a los judíos y en 1941 se vio obligada a continuar su emigración, radicándose en Estados Unidos. Allí escribió Los orígenes del totalitarismo, que publicó en 1951. 
Como Vitoria y Kant, Arendt vivió, enseñó y escribió en un contexto geocultural e histórico de profunda conmoción: la devastación de todos los países europeos, la amenaza a la subsistencia de todos sus pueblos, la desolación moral de una gran parte de la humanidad occidental y la existencia de “una pequeña clase de capitalistas cuya riqueza y capacidad productiva dinamitaron la estructura social y el sistema económico” de sus respectivos países, como ella misma describe en Sobre el imperialismo[1].
Durante los primeros cuarenta y cinco años de su vida, además, encarnó ella misma la tragedia de la exclusión, la persecución y la amenaza de exterminio. Asistió, como víctima y como testigo a “…la aniquilación de una tercera parte del pueblo judío existente en el mundo y de casi tres cuartas partes de los judíos europeos[2]”. Pero su actitud como víctima y testigo, cuando pensó, escribió, enseñó y juzgó, fue la de la búsqueda implacable de la verdad, “alejada tanto del escepticismo como del fanatismo”. Esa actitud fue también la de la imparcialidad y simultáneamente la del rechazo terminante a que “el mundo creado por estos hechos fuera algo necesario e indestructible [3]”.
Los orígenes de esta actitud de valentía personal y entrega, de esta conducta intelectual, seguramente son muchos. Pero sin lugar a dudas uno de los fundamentales fue su formación filosófica, que culminó con su tesis doctoral sobre el concepto de amor en San Agustín, dirigida por Karl Jaspers, su maestro y ejemplo de vida. Así lo dice expresamente en la Dedicatoria a Karl  Jaspers de La tradición oculta: “…no hubiera podido permitirme juzgar con tal imparcialidad ni distanciarme tan concientemente de los fanatismos…sin su filosofía y sin su existencia…Lo que aprendí de usted –y me ha ayudado a lo largo de los años a orientarme en la realidad sin entregarme a ella como antes vendía uno su alma al diablo- es que sólo importa la verdad y no las formas de ver el mundo; que hay que vivir y pensar en libertad….que la necesidad en cualquiera de sus figuras sólo es un fantasma que quiere inducirnos a representar un papel en lugar de intentar ser, de una manera u otra, seres humanos. Personalmente nunca he olvidado la actitud que adoptaba al escuchar, tan difícil de describir, ni su tolerancia, constantemente presta a la crítica y alejada tanto del escepticismo como del fanatismo (una tolerancia que no es en definitiva sino la constatación de que todos los seres humanos tienen una razón y de que no hay ser humano cuya razón sea infalible).[4]
Es decir, que aún frente a su sufrimiento personal en el medio de la culminación de la barbarie salvaje en el continente de la ilustración, el racionalismo y la filosofía del espíritu, Arendt rechaza el pesimismo y la resignación. Más aún, critica a los críticos del optimismo: “Por aquel entonces no podía saber….que vendría un tiempo en el que precisamente lo que tan evidentemente dictaban la razón y una consideración lúcida e iluminadora parecería expresión de un optimismo temerario y perverso [5]".
Vio la tragedia europea como una culminación largamente madurada pero sobre todo como un final en la historia y no de la historia, lo que encerraba una promesa, como nuestro tiempo: Pero también permanece la verdad de que cada final en la historia contiene necesariamente un nuevo comienzo: este comienzo es la promesa, el único mensaje que el fin puede producir. El comienzo, antes de convertirse en un acontecimiento histórico, es la suprema capacidad del hombre; políticamente se identifica con la libertad del hombre. Initium ut esset homo creatus est (para que un comienzo se hiciera fue creado el hombre), dice Agustín (De Civitae Dei, libro 12, Cap. 20). Este comienzo es garantizado por cada nuevo nacimiento; este comienzo lo constituye, desde luego, cada hombre[6]”.
Arendt vio el fin de la guerra y la barbarie más sangrientas y más crueles de la historia hasta entonces, el paso de Europa a un segundo plano, la aparición de las nuevas potencias mundiales, el estalinismo como un nuevo y feroz totalitarismo, el nacimiento de la sociedad global del mercado y el inicio de la era bipolar. Pero también vio el Tratado de Roma, el comienzo del proceso de unificación europea y del mayor período de paz de la historia del continente de la guerra perpetua y el surgimiento en diversas regiones del mundo de nuevos pensamientos políticos, terciando entre el capitalismo y el comunismo.
Su maestro, Karl Jaspers, en la conferencia presentada en el 1er. Congreso Nacional de Filosofía, calificó el tiempo en que vivió su discípula Hannah Arendt, como “la más honda crisis de la historia…que, sin embargo no nos debe llevar hacia el historicismo y el relativismo, hacia el escepticismo y el nihilismo, hacia la ausencia de toda fe. En modo alguno. La desventura de nuestro tiempo encierra en sí la verdad en forma tal que supera toda falsa tranquilidad, toda armonía encubridora, todo humanitarismo cómodo que se ha tornado inhumano”[7].
En ese crítico entorno para el mundo y para ella en particular, en el que millones de personas fueron privadas de su nacionalidad o de su ciudadanía, Arendt volvió a pensar en las cuestiones sobre las que habían reflexionado cuatrocientos y ciento cincuenta años antes Vitoria y Kant. Y rompiendo los límites y la fragilidad del derecho de hospitalidad del cosmopolitismo kantiano, volvió a afirmar el derecho a tener derechos y consecuentemente, el derecho de todo hombre a pertenecer a una comunidad organizada como única posibilidad de que los derechos humanos declarados y prometidos fuesen una realidad para toda la humanidad.
Arendt comprendió que la privación de los derechos civiles es simultáneamente la privación de los derechos humanos, y que esa privación comprende a los excluidos de cualquier sociedad, sea que permanezcan en el interior o deban emigrar de la sociedad que los excluye. “Ninguna paradoja de la política contemporánea se halla penetrada de una ironía tan punzante como la discrepancia entre los esfuerzos idealistas bien intencionados que insistieron tenazmente en considerar “inalienables” aquellos derechos humanos que eran disfrutados solamente por los ciudadanos de los países más prósperos y civilizados y la situación de quiénes carecían de tales derechos”[8].
Arendt advirtió también que es el estado-nación el que excluye o expulsa y el que niega la ciudadanía a los que llegan de otras naciones a instalarse en la propia, y que ambas actitudes inhumanas son fundadas en la soberanía, con desprecio de los derechos humanos que ha declarado en su constitución. Esto encierra una flagrante contradicción entre el derecho a pertenecer a una comunidad organizada y la forma política del estado-nación y el concepto de soberanía. Más aún, estas contradicciones implican para el estado-nación “los gérmenes de una enfermedad mortal, porque el estado-nación no puede existir una vez que ha quedado roto su principio de igualdad ante la ley[9]”. Indudablemente no hay violación más flagrante de ese principio que la exclusión de las posibilidades de una vida digna al interior de una sociedad o la negativa a admitir a los que buscando esas posibilidades migran desde otras naciones.
Arendt cuestionó, en consecuencia, la homogeneidad forzada, la exclusión de los diferentes, la igualdad inexistente de los ciudadanos, propias del estado-nación contemporáneo, como contradictorias “de la existencia de un derecho a tener derechos y de un derecho a pertenecer a algún tipo de comunidad organizada”[10]. Y concluyó, entonces, que estos derechos, que aún los esclavos poseían, y se niegan en nuestro tiempo, debería ser garantizado por la humanidad misma, aunque no sea de ninguna manera seguro que esto sea posible.
Arendt no alcanzó a ver lo que recién se iniciaba cuando escribió Los orígenes del totalitarismo y que todavía no era visible al momento de su muerte: el nacimiento de nuevas formas de estado como consecuencia de los procesos de integración. En ese complejo proceso hay una nueva oportunidad de construir un sistema en el que el derecho a pertenecer a una comunidad organizada esté garantizado por una entidad más concreta que la humanidad. En cualquier caso, su pensamiento es, sin lugar a dudas, el más lúcido pensamiento político del siglo pasado en referencia a cuestiones esenciales para el verdadero progreso de la humanidad, como son el derecho a tener derechos y el derecho a pertenecer a una comunidad organizada. 

V – Perón: el derecho a pertenecer a una comunidad organizada como doctrina política 

            El contexto geocultural e histórico en el que Perón gobernó la Argentina y dictó su conferencia La Comunidad Organizada en la clausura del 1er. Congreso Nacional de Filosofía, el 9 de abril de 1949, es temporalmente el mismo que vio Hannah Arendt, aunque su acción y su pensamiento estuvieron situados en América, lo que supuso un ángulo de visión radicalmente diferente. América asistió asombrada a la violencia, al totalitarismo y al genocidio europeos, pero ya experimentaba la violencia militar, política y económica de la expansión de Europa desde hacía varios siglos y la había conocido también como razón de las reflexiones de los filósofos, en particular de Vitoria y Kant.
El Congreso de Filosofía organizado por la Universidad Nacional de Cuyo, trajo la reflexión del mundo occidental a Argentina, precisamente en el momento en que esa reflexión estaba orientada a entender lo que había ocurrido en el mundo y, sobre todo, a pensar de qué modo podía evitarse que volviera a ocurrir. La decisión de convocar a los filósofos implicaba una primera respuesta ante la crisis: la trascendencia del pensamiento como camino en la búsqueda de la verdad y la necesidad de tomar conciencia acerca de la gravedad y de la naturaleza de la crisis.
El hombre y la sociedad se enfrentan con la más profunda crisis de valores que registra su evolución” y una de sus causas posibles es la oposición o, al menos, la disociación entre la acción del pensamiento y la realidad de la vida de los pueblos dice Perón en la conferencia de clausura del Congreso[11].
         Pero la novedad principal de su conferencia es la de un gobernante que convoca a los filósofos y pone en debate el pensamiento que orienta su acción. En ese sentido, La Comunidad organizada puede verse desde tres puntos de vista diversos, como señala Armando Poratti[12]: 1) como la proposición a la discusión de un programa general para el siglo; 2) como momento de una acción que está realizándose y se piensa a sí misma y 3) como gesto de presentación de su pensamiento al conocimiento y a la crítica de los filósofos y la filosofía. La proposición y el gesto implican dos afirmaciones: solamente la comprensión profunda de la realidad permite transformarla y esto a veces es posible desde los márgenes o los confines del mundo.
         La categoría de comunidad organizada es presentada desde sus raíces americanas y desde sus raíces occidentales. Entre las raíces americanas –algunas de las cuales ya había considerado Vitoria en su Relección sobre los indios- están particularmente las de la comunidad organizada como búsqueda de equilibrio y armonización de fuerzas contradictorias o contrapuestas y como espacio en el que las diferencias y la heterogeneidad no sólo no son consideradas como irreductibles, sino y principalmente, como valiosas. Entre sus raíces occidentales esta la concepción de la polis como conciliación de los conflictos internos desde la conciencia de la unidad política.
La proposición de la organización de la comunidad es esencialmente  antropocéntrica. En ella, la dignidad del hombre y de la mujer constituyen la razón de la justa distribución de la riqueza y “la ética adquiere su sentido último en la corrección del egoísmo… El egoísmo es, antes que otra cosa, un valor-negación, es la ausencia de otros valores….Combatir el egoísmo no supone una actitud armada frente al vicio, sino más bien una  actitud positiva destinada a fortalecer las virtudes contrarias, a sustituirlo por una amplia y generosa visión ética”[13]. La norma ética debe presidir todas las actividades humanas, sin excepción y particularmente las concernientes al estado, a la economía y al mercado.
La tercera posición, crítica del comunismo y del capitalismo -tanto en sus concepciones de la economía, como de la sociedad y del estado, que coinciden en la “terrible anulación del hombre”-, se propone profundizar la democracia como sistema, perfeccionando la democracia política y desarrollando la democracia económica y social. “Ni la justicia social ni la libertad, motores de nuestro tiempo, son comprensibles en una comunidad montada sobre seres insectificados, a menos que a modo de dolorosa solución, el ideal se concentre en el mecanismo omnipotente del estado”. La comunidad a la que “debemos aspirar es aquella donde la libertad y la responsabilidad son causa y efecto, en la que existe una alegría de ser, fundada en la persuasión de la dignidad propia. Una comunidad donde el individuo tenga realmente algo que ofrecer al bien general, algo que integrar y no solo su presencia muda y temerosa[14]”.
Como se advierte, tanto la proposición de la comunidad organizada como la de la tercera posición, se enfrentan abiertamente con las tesis de la lucha agresiva como motor de la historia, tanto desde el punto de vista de las sociedades como de las naciones.
El desarrollo final del sistema propuesto es el de la comunidad universal, sobre la base de los derechos de la humanidad, el derecho a tener derechos y a pertenecer a una comunidad organizada, los derechos de los estados nacionales, los derechos de los estados continentales, -como la Unión Europea y la Unión de Naciones Sudamericanas, actualmente en formación-, y el derecho de la comunidad organizada mundial. “Para el corazón argentino, en nuestra tierra, nadie es extranjero si viene animado del deseo de sentirse hermano nuestro…En ella nadie les preguntará quien sois y les ofrecerá, con el pan y la sal de la amistad, esta heredad de nuestros mayores…” les dice Perón a los filósofos llegados de otras naciones, repitiendo los preceptos constitucionales y mostrando ejemplarmente la posibilidad de ejercer el derecho a pertenecer a una comunidad organizada[15].



VI - Conclusiones: ningún ser humano es ilegal[16]

Vivimos una situación excepcional de la historia universal. Ya no hay dudas que finaliza una era y comienza otra. Los últimos 30 años han ido señalando el agotamiento de un sistema y la necesidad de trasformaciones profundas. Estos años complejos y ricos en acontecimientos han tenido millones de protagonistas: de los astilleros de Gandsk a la plaza Tian an men, de Soweto a Santiago de Chile, de Buenos Aires a Moscú, de México a Chicago, que enfrentaban de mil modos diversos primero al mundo bipolar y  luego a la sociedad global del mercado, afirmando el valor de la libertad y la responsabilidad, de la dignidad y la justicia, del acceso a la propiedad y el conocimiento para todos, de la posibilidad de construir una humanidad con derechos, sociedades más justas, democracias sin excluidos, un mundo sin guerras.
Han transcurrido 60 años de la publicación de Los orígenes del totalitarismo de Hannah Arendt y del 1er. Congreso Nacional de Filosofía de Mendoza. Leyendo la obra de Arendt y las Actas del Congreso, debiéramos concluir que los filósofos y el estadista fracasaron porque el mundo que imaginaron y propusieron fue rechazado por los gobernantes y los actores del mercado, que desarrollaron de modo extraordinario el conocimiento casi exclusivamente como técnica y reservaron sus beneficios a una pequeña parte de la población del mundo. Simultáneamente aplicaron ese desarrollo a guerras ininterrumpidas, hambre, exclusión, racismo, intolerancia, injusticia y agresión sin límites a la naturaleza.
El resultado de la disociación del pensamiento con la dirección de los asuntos del mundo es, 60 años después, casi tan desolador como aquel pasado. Como dice Helio Jaguaribe en su Estudio Crítico de la Historia[17], el patrón cultural de la sociedad global del mercado ha demostrado ser incompatible con la supervivencia de la especie humana y seguramente también con casi todas las formas de vida sobre el planeta.
Sin embargo, la caída del sistema financiero de la sociedad global del mercado, que cierra el derrumbe del mundo bipolar surgido al finalizar la segunda gran guerra, nos propone una interpretación diferente. Tal vez los filósofos dejaron su testimonio para este momento, para que pensemos, trabajemos, investiguemos, debatamos y propongamos acerca del mundo que queremos, comenzando por nuestra comunidad inmediata, Argentina, América, el Mundo, en el esfuerzo de participar activamente en el surgimiento de un nuevo humanismo, de un nuevo patrón cultural, que permita sociedades más justas, comunidades organizadas en una comunidad mundial que se proponga resolver los conflictos y las diferencias sin recurrir a la muerte por el hambre, la peste o la guerra, a una convivencia más razonable con la naturaleza. O, lo que es lo mismo, que ponga al servicio del hombre las formidables herramientas tecnológicas desarrolladas en los últimos 60 años.
Hay muchos signos presentes que alientan un moderado optimismo ante la gravedad de la crisis, optimismo que sólo podrá ser sostenido mediante el trabajo riguroso y comprometido, es decir, asociando el conocimiento con el entusiasmo y ambos reunidos, dando sentido a la vida personal y comunitaria.
El final del mundo bipolar, surgido a la terminación de la última guerra continental europea y del mundo unilateral emergente del derrumbe del sistema soviético, ofrecen hoy la posibilidad de un mundo multipolar, de grandes bloques continentales transculturales, integrados en una comunidad mundial donde los conflictos se resuelvan al menos en una medida significativa en los marcos del derecho de toda la humanidad a tener derechos.
Tres memorables estadistas que obraron en sintonía con sus filósofos, y seguramente dialogaron con ellos de regreso del Congreso de Filosofía de 1949, soñaron con la comunidad europea organizada y removieron las causas de la guerra, dando lugar a la Unión Europea y al período más extenso de toda la historia europea en paz y sin totalitarismos. El paso que falta es que la Unión Europea otorgue la ciudadanía a todos los que llegan a su territorio buscando construir una vida digna y conservar su cultura original, justificando por fin, la honrosa tradición de muchos de sus pensadores y abandone definitivamente los principios antihumanistas de la sociedad global del mercado.
Asia recupera su propia historia y su protagonismo en la historia universal y se integra en torno de sus dos grandes estados continentales.
El MERCOSUR, la Comunidad Andina, y sobre todo la Unión Sudamericana de Naciones, diseñada no como un mercado común sino como una organización política y militar supranacional, avanzan con paso firme, aunque seguramente lento para la urgencia que nos plantea la crisis global. El Tratado Constitutivo de UNASUR, constituyente de una soberanía americana, ya no brasileña, argentina, chilena, colombiana, uruguaya, venezolana o paraguaya, se propone, al incorporar en su art. 3 el Consenso del Cusco, la realización de los hombres y mujeres de nuestro continente en una comunidad que los reconoce en su singularidad y en su diversidad y haciendo realidad su derecho a pertenecer a una comunidad organizada. La historia, una vez más, está en nuestras manos.


[1]  Hannah Arendt, La tradición oculta, Ed. Paidos, Buenos Aires, 2004, Sobre el imperialismo, p. 15.
[2] Ob. cit., Dedicatoria a Karl Jaspers, p. 9.
[3] Op. y loc. cit.
[4] Op. cit., p. 10.
[5] Hannah Arendt, op. cit, p. 11.
[6] Hannah Arendt, Los orígenes del totalitarismo, Ed. Alianza Editorial, 2006, Madrid, p. 640.
[7] Kart Jaspers, Situación actual de la filosofía, Actas del Primer Congreso nacional de Filosofía, Universidad nacional de Cuyo, T. II, ps.927 y 928.
[8] Hannah Arendt, Los orígenes del totalitarismo cit., p. 399.
[9] Ob.cit., p. 412.
[10] Ob. cit. p. 420.
[11] Actas del Primer Congreso Nacional de Filosofía cit., T. I, p. 133.
[12] Armando Poratti, La Comunidad Organizada, texto y gesto, en La Comunidad Organizada. Vigencias y herencias, Colección Liberación nacional, Directores Omar Castellucci y José Luis Di Lorenzo, Ed. IMA, Buenos Aires, 2008.
[13] Ob. cit., T. I, p. 147.
[14] Ob. cit., T. I, p. 171
[15] Actas del 1er. Congreso Nacional de Filosofía cit., T. I, p. 131.
[16] Texto de una pancarta de norteamericanos de origen latinoamericano en la Ciudad de Chicago, durante las multitudinarias manifestaciones llevadas a cabo en casi todas las grandes ciudades norteamericanas el 1 de mayo de 2006 y que implicaron un  pronunciamiento popular sin precedentes en la historia norteamericana.
[17] Helio Jaguaribe, Un estudio crítico de la historia, Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 2002, T. II, p. 692 a 702. 

 FSM.