El Papa Francisco se inclina ante el
pueblo reunido en la Plaza, al que acaba de pedir “oren
para
que Dios me bendiga”
|
Ante la elección de Francisco I, un Papa nacido en nuestra América, nuestro coforista y compañero, Humberto Podetti, ha escrito este texto que queremos compartir.
Luego de los papados de Juan
Pablo II y Benedicto XVI que enfrentaron al sistema bipolar/unipolar que dirige
el mundo en contra de los pueblos, la Iglesia Católica eligió un Papa de
América Latina para conducirla en el inicio del proceso de construcción de una
nueva etapa histórica.
El Cardenal villero llegó a Roma como ha sido su vida de pastor, con la
sencillez y humildad de quien se ha dedicado a servir a los otros, a todos los
otros. Y cuando lo eligieron como Papa tomó el nombre de Francisco, el santo
que transformó la Iglesia Católica en el Siglo XIII. Sin tiara, ni báculo, ni
estola, ni cruz dorada, sólo con sotana blanca y su vieja cruz de obispo se
presentó ante el pueblo. “Fueron a buscarme casi al fin del mundo” dijo a la
multitud universal reunida en la Plaza. Esa multitud que expresó a las
multitudes reunidas en todos los rincones del mundo desde los primeros años de
este siglo para exigir justicia y dignidad para todas las personas sin
exclusiones y que esta vez cantaba y gritaba alegría y esperanza. Y entonces,
antes de bendecirlos y bendecir a todos los pueblos del mundo, pidió a la
multitud que orara por él a Dios y se inclinó ante el pueblo reunido, en
silencio. El Papa llegado casi del fin mundo inició su papado invitando sin
palabras a todos los hombres y mujeres de buena voluntad sobre la Tierra a
iniciar de nuevo el mundo, poniendo primero a los últimos en el reparto del
poder, los bienes y el conocimiento.
Francisco es jesuita. De la orden de los que con su misma humildad
sirvieron al pueblo guaraní en la construcción de esas sociedades modelo que
fueron las Misiones y mostraron al mundo que era posible la comunidad
organizada. Un jesuita que tomó el nombre del fundador de los franciscanos, el Santo
de Asís que dijo a sus seguidores “vivan sin nada propio”. Los signos son
claros: la Iglesia Católica tiene un Papa humilde y austero, sereno y alegre en
la reunión con su pueblo, que viene de la orden de los constructores de nuevas
sociedades.
Pero Francisco, además, es un pastor comprometido con la unidad latinoamericana.
En el prólogo que escribió para un libro en 2005 dijo “la realidad latinoamericana está
ante una nueva fase histórica que se ha
abierto hacia finales del siglo XX y que se está desplegando en la actualidad…
Esta es una hora para educadores y constructores…de pasión por la vida y el
destino de los pueblos latinoamericanos, una pasión que alimenta la
inteligencia serena para afrontar las cuestiones cruciales del presente, en
camino hacia su próximo futuro. En las próximas dos décadas América Latina se jugará el protagonismo en las grandes
batallas que se perfilan en el siglo XXI y su lugar en el nuevo orden mundial
en ciernes…Ante todo se trata de recorrer las vías de la integración hacia la
configuración de la Unión Sudamericana y la Patria Grande Latinoamericana.
Solos, separados, contamos muy poco y no iremos a ninguna parte. Sería un
callejón sin salida que nos condenaría como segmentos marginales, empobrecidos
y dependientes de los grandes poderes mundiales…América Latina puede y tiene
que confrontarse, desde sus propios intereses e ideales, con las exigencias y
retos de la globalización y los nuevos escenarios de la dramática convivencia
mundial…Nada de sólido y duradero podrá obtenerse si no viene forjado a través
de una vasta tarea de educación, movilización y participación constructiva de
los pueblos –o sea, de las personas y las familias, de las más diversas
comunidades y asociaciones, de una comunidad organizada- que ponga en
movimiento los mejores recursos de humanidad que vienen de nuestra tradición y
que sumen las grandes convergencias populares y nacionales en torno a
contenidos ideales y metas estratégicas para el bien común…Ello conlleva
ampliar las perspectivas analíticas y proyectuales para abrazar todos los
factores en juego de esa originalidad histórico cultural que llamamos América
Latina…aquí se da un germen de nueva creación en un mundo desgarrado….”.
Y en el prólogo que escribió para otro libro en 2007 agregó estamos
en “un momento en el que América Latina
requiere justamente de una autoconciencia renovada, que sea capaz de asumir
íntegramente su propia condición, sus particulares necesidades, para sólo desde
allí producir sus nuevas y propias respuestas históricas…debemos pensar desde
nuestra propia y singular realidad, no en función de escuelas o categorías
adoptadas…debemos hacer una cabal y
creciente apropiación del pensamiento clásico… para que nuestro propio
pensamiento pueda desplegarse con vocación universal…para hacer desde
América nuestra propia revisión de la
historia porque la irrupción de
América en la historia es el hecho fundamental de la modernidad, pues da lugar
al surgimiento de la historia universal”.
La Iglesia Católica es la primera institución universal que ha puesto al
mando a un latinoamericano, del sur de América, argentino. Comprometido con los
pueblos del mundo, crítico con su conducta y su testimonio de los poderosos, de
la injusta distribución de la riqueza y del conocimiento. Un Papa venido casi
del fin del mundo para un nuevo comienzo del mundo.
Humberto Podetti ( Foro San Martín).
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias por comentar en el Foro San Martín!
Nota: todos los mensajes ofensivos, discriminatorios y de spam serán eliminados.