20 de marzo de 2014

CÁTEDRA LIBRE INTEGRACIÓN LATINOAMERICANA Y CARIBEÑA

Palabras pronunciadas por Humberto Podetti en el acto de apertura

Agradezco la presencia y las palabras del Ingeniero Arturo Somoza, con quien hemos compartido muchos años de trabajo incansable por la integración de nuestra América, desde que fue elegido Vicerrector de la Universidad Nacional de Cuyo hace más de diez años. Recuerdo muchas jornadas de trabajo común, como aquella con Alberto Methol Ferré, Helio Jaguaribe, Jorge Siles Salinas, Leonardo Jeff y otros compatriotas suramericanos, que culminó con la fundación del Instituto de Integración latinoamericana de la Universidad.  Ha sido profesor, Secretario de Asuntos Académicos y Decano de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de Cuyo, Vicerrector en dos períodos y también en dos períodos Rector de la Universidad, cargo que ejerce actualmente en forma simultánea con la Presidencia del Consejo Interuniversitario Nacional. El Ing. Somoza fue un activo participante de la Conferencia Regional de Educación Superior de Cartagena de Indias en 2008 en la que se establecieron las bases de un programa para la educación superior en América Latina y el Caribe, luego adoptado por la Conferencia de Paris de 2009 como el programa de la UNESCO. Desde entonces, Somoza ha consagrado sus esfuerzos a la integración de la enseñanza superior en América Latina y el Caribe y a la formación de una organización de educación superior que integre institucionalmente la CELAC.  

Agradezco también la presencia y las palabras del Embajador de la hermana República de Brasil. El Dr. Everton Viera Vargas, no sólo es un diplomático de brillante trayectoria sino también un intelectual notable. Se graduó en el Instituto Rio Branco de Itamaraty en 1977 y en el mismo año de Licenciado en Derecho en el Centro Universitario del Distrito Federal. En 1983 obtuvo el título de Magister en Relaciones Internacionales por la Universidad de Boston y en 2001 el de Doctor en Sociología summa cum laude por la Universidad de Brasilia. Su tesis de doctorado fue “Brasileñidad e Hispanidad. Percepciones recíprocas de Brasil y los países hispanoamericanos y sus representaciones en el pensamiento social brasileño e hispanoamericano”. El Dr. Everton Viera Vargas es un relevante estudioso del pensamiento latinoamericano y esperamos una larga cooperación con él desde la Cátedra que hoy inauguramos.

Agradezco por último al Decano de la Facultad de Ciencias Sociales, Santiago Aragón, que ha sido, además de Profesor y Decano, Concejal en el Partido de Lomas de Zamora y Diputado Nacional por la Provincia de Buenos Aires, al Rector Dr. Diego Molea y a la Universidad Nacional de Lomas de Zamora por la sensibilidad que han demostrado para con la cuestión de la Integración latinoamericana al constituir la Cátedra que presentamos.

Distinguidos colegas, compañeros, amigos y compatriotas latinoamericanos:

Además de muchas otras novedades de muy diferente signo, estos primeros 13 años del siglo XXI han acumulado evidencia abrumadora acerca de que la escala del poder global ha sacado del juego a los viejos estados nacionales, salvo aquellos de dimensión continental. Aunque la mayoría de los dirigentes políticos, empresariales y sociales, de los profesores y científicos sociales, y de los periodistas no lo adviertan o advirtiéndolo lo silencian, la viabilidad de los estados nacionales no continentales ha concluido definitivamente.

La primera consecuencia, cada vez más perceptible, es la imposibilidad de formular políticas nacionales para afrontar los desafíos centrales propuestos a nuestros pueblos si no son parte de políticas continentales. La inclusión en la sociedad, la defensa, el narcotráfico y la trata de personas, el trabajo, la industria, los recursos naturales, la propiedad, la educación, el conocimiento, la salud, el financiamiento, la seguridad, entre otras muchas cuestiones que nos interpelan en nuestra vida cotidiana, no admiten políticas nacionales si no como parte de políticas continentales.
El dilema de hierro de los países latinoamericanos y caribeños es entonces: afirmar que no importa tener poder en el mundo ni resolver los acuciantes problemas que sufren nuestros pueblos o construir un estado continental, participar en el sistema global que se está desplegando y comenzar a resolver los problemas que nos aquejan.
Luego de los retrocesos de la segunda mitad del siglo pasado –que ahogaron los proyectos de Andrés Bello, del ABC de Río Branco y de los Estados Unidos de América del Sur de Perón y Getulio Vargas- este siglo ha visto la recuperación de los proyectos de integración continental. Por ello Enrique Iglesias calificó de década prodigiosa el inicio del siglo XXI para América Latina. Con diferentes velocidades derivadas de su situación geográfica y sus acuerdos económicos, América del Sur ha constituido UNASUR y con las restantes naciones de América Latina y el Caribe, la CELAC.
Uno de los frutos más claros de esa nueva situación es la creciente implicación de América Latina y el Caribe en diversas áreas y organismos internacionales. Las Conferencias Regional y Mundial sobre Educación Superior (UNESCO, Cartagena de Indias 2008 y París 2009), sostuvieron el criterio latinoamericano del acceso universal a la educación pública y gratuita como derecho humano y social y no como un bien sujeto a la oferta y la demanda del mercado, lo que luego impuso en la UNESCO con el apoyo de Asia y África. La FAO, con nuestro compatriota brasileño Graziano da Silva como Director General impulsa una política eficiente para acabar con  el escándalo del hambre en un mundo opulento, siguiendo el excelente programa hambre cero que él mismo dirigió en el gobierno de Lula. La Organización Mundial del Comercio con otro compatriota como Presidente, Roberto Azevedo, también brasileño, acaso abra por fin la posibilidad de considerar al comercio justo e igualitario entre las naciones y entre las corporaciones globales y las empresas de escala humana, como el verdadero comercio libre.

La riqueza y el humanismo popular del pensamiento latinoamericano se expresaron en 2012 en varias oportunidades en las organizaciones internacionales, como las votaciones en la Cumbre de Presidentes y Jefes de Gobierno de la OEA en Cartagena de Indias, exigiendo el reingreso de Cuba al sistema interamericano y el reconocimiento de la soberanía argentina en Malvinas, en la reunión de Ministros de Defensa del TIAR en Punta del Este reconociendo nuevamente la soberanía argentina en Malvinas o en los casos del derrocamiento del presidente Lugo en Paraguay y el respeto de la inmunidad de la Embajada de Ecuador en Londres o en la Asamblea General de Naciones Unidas en la elección de Venezuela, Brasil y Argentina para integrar el Comité de Derechos Humanos en representación de América Latina y el Caribe o en el reconocimiento de Palestina como estado observador. La adopción de políticas globales comunes por América Latina y el Caribe se ha expresado también en la Organización Mundial de la Salud, y el G20. De este modo, nuestra América comienza a ser percibida como un proceso de unificación política, incrementando su capacidad de negociación global.
La elección de Francisco, que ha puesto por primera vez en la historia al frente de la Iglesia Católica a un latinoamericano, ha originado que muchos analistas señalen que tal vez la Iglesia ha comenzado a dejar de ser euro céntrica  para comenzar a ser universo céntrica. Y constituye otra señal de profunda significación acerca de un cambio en el escenario global que llega al mundo desde nuestra América, la que habla castellano y portugués. Tal vez uno de los significados de esa “latinoamericanización” incipiente del escenario global pueda advertirse en la decisiva acción de Francisco para evitar la intervención militar de EEUU en la guerra civil siria, probablemente ayudando a Obama a escapar de una acción concertada del tea party y el complejo militar-industrial norteamericano. Francisco convocó primero a los pueblos del mundo a que oraran por la paz y provocó concentraciones multitudinarias de todas las culturas y religiones alrededor del globo. Seguramente las movilizaciones más numerosas de la historia del mundo y las primeras globales y simultáneas. Recién luego se dirigió a los gobernantes de esos pueblos.

También se han producido avances en la paulatina formación de una confederación de naciones soberanas. El desarrollo institucional de UNASUR, y el funcionamiento regular de sus Consejos, futuros ministerios del estado confederal continental y la consolidación de la CELAC como organización política de naciones soberanas que se expresa unificadamente en el mundo, asimismo señalan el compromiso de todo el continente –independientemente de la orientación política de los gobiernos- en la formación de una nueva organización continental. En este sentido ha sido un poderoso símbolo la entrega de la Presidencia de la CELAC por parte del Presidente de Chile, Sebastián Piñera, al Presidente de Cuba, Raúl Castro, al concluir la cumbre CELAC –Unión Europea en diciembre del año pasado.

También la decisión anunciada en 2012 por dirigentes de UNASUR de la convergencia de la CAN y el MERCOSUR en UNASUR es un avance significativo hacia la unión política continental, cuyo primer paso acaba de concretar la CAN al anunciar la disolución de su Parlamento para reunir en un solo parlamento, el de UNASUR, la representación de nuestros pueblos. El MERCOSUR debe seguir el ejemplo, disolviendo también su Parlamento y proponiendo reunir los Tribunales de la CAN y el MERCOSUR en un solo Tribunal Superior de América del Sur.

La creación de una organización política supranacional fue el eje de discursos y mensajes de muchos dirigentes de UNASUR, como Alí Rodríguez (Venezuela), Pepe Mujica (Uruguay), Marco Aurelio García (Brasil), María Emma Mejía (Colombia) y Ollanta Humala (Perú). La síntesis más terminante fueron las palabras del Canciller de Perú, Rafael Roncagliolo: “UNASUR y CELAC constituyen el camino para alcanzar en el futuro unos Estados Unidos Latinoamericanos”.

Por otra parte, los latinoamericanos tenemos hoy presencia en el continente de polo a polo, porque los mexicanos iniciaron el regreso a su tierra natal más allá del Río Grande y allí se multiplicaron. Son patriotas norteamericanos pero hablan castellano y conservan su cultura. Consecuencias directas de ese proceso fueron el discurso de apertura de Julián Castro, joven alcalde de San Antonio, en la Convención Demócrata de 2012 y la elección esta semana de Bill de Blasio como Alcalde de Nueva York. Julián Castro dijo en su keynote speech de 2012 que el patriota que inspiraba su acción política era su madre, inmigrante ilegal dos veces expulsada de EEUU, empleada del servicio doméstico y líder del movimiento ‘hispano’. Quien había pronunciado ese discurso de apertura en la Convención Demócrata de 2004 había sido Barack Obama y los patriotas que invocó entonces fueron Washington, Jefferson, Lincoln y Martin Luther King. ¿Puede Julián Castro suceder a Obama? El triunfo de Bill de Blasio por amplio margen en su elección como alcalde de Nueva York,  es un indicio, aunque acaso sólo eso, de que es posible. De Blasio es un demócrata que explica que su pensamiento se inspira en el new deal y en la teología de su amigo Gustavo Gutiérrez –el mismo que hace poco concelebró la Misa en Santa Marta con Francisco-. Es un latinoamericanista, que habla castellano fluidamente y es también amigo del nicaragüense Sergio Ramírez que acaba de pronunciar una magnífica Conferencia de Apertura en el Congreso de la Lengua celebrado en hace pocos días en Panamá. 

Sin embargo y pese a todas esas buenas noticias, seguimos enfrentando obstáculos importantes en el avance hacia la formación de un estado continental industrial como el que proyectaron Perón y Getulio e impulsó Alberto Methol Ferré, uno de los padres fundadores de UNASUR, siguiendo el pensamiento de esos dos grandes líderes del siglo XX.

Entre muchos obstáculos y problemas menciono unos pocos que son suficientemente significativos y diversos.

Tal vez el más grave, el narcotráfico y la trata de personas, que enfrentamos o decimos enfrentar  con políticas y acciones nacionales, absolutamente insuficientes, a conciencia que se trata de organizaciones delictivas transnacionales y enormemente poderosas que sólo pueden ser combatidas con políticas y acciones continentales.

Pese a la eficacia demostrada por nuestros organismos suramericanos para resolver conflictos, como fue el caso de la grave crisis entre Venezuela y Colombia, que concluyó no sólo con la resolución del diferendo sino también con la Secretaría General de UNASUR compartida por María Emma Mejía de Colombia y Alí Rodríguez de Venezuela, seguimos tropezando con la recurrencia a tribunales no latinoamericanos para resolver conflictos entre nosotros, como es el caso de Argentina y Uruguay por Botnia o el de la salida al mar de Bolivia. De algún modo es como si recurriéramos a la Corte Suprema de Japón para resolver un diferendo entre nuestras provincias de Mendoza y San Juan.

También continuamos disintiendo respecto de si es comercio libre el comercio entre naciones y corporaciones con desigual capacidad de negociación o, por el contrario, el comercio libre requiere de partes de poder semejante y un Tribunal Internacional que reconstituya la equidad en los intercambios cuando haya habido abuso del mayor poder de negociación por parte de uno de contratantes.

Y seguimos enfrentando dificultades energéticas cuando la integración eléctrica regional sólo depende de decisiones políticas y permitiría compartir la generación hidroeléctrica a contra estación de las grandes cuencas sudamericanas.

También  continuamos manteniendo las fronteras interiores de América del Sur para la circulación de personas y familias, paso necesario e imprescindible para la resolución de numerosos problemas de desarrollo y realización personal, familiar y social y de construcción de ciudadanía suramericana.

Tampoco hemos puesto en práctica el Protocolo del Mercosur que permite la formación de empresas bi o multinacionales, ahora extensible a UNASUR, que permitiría a muchas pequeñas y medianas empresas adquirir escala continental.

Por ello es urgente instalar en los programas de todos los partidos políticos de América la cuestión de la integración y de las políticas continentales, comenzando a llevar a cabo el programa de San Martín expresado en una de sus cartas a Guido: no soy de ningún partido, soy del partido americano o el de Bolívar luego de la convocatoria al Congreso de Panamá, señalando la urgencia del pacto americano, seguramente compartido por José Bonifacio de Andrade e Silva, el padre de la independencia de Brasil, por Francisco de Bilbao y Andrés Bello, por José de Artigas y por todos los patriotas suramericanos.

Y también incorporar la enseñanza de la historia, la cultura, el pensamiento latinoamericano y de la integración en todas las currículas de enseñanza desde los primeros niveles hasta las de post graduación universitaria.

E instalar en las agendas y programas de nuestros periodistas, académicos, científicos sociales, economistas y sobre todo de los jóvenes, la integración como eje central de nuestra mirada al futuro.

Esbozo finalmente unos pocos grandes pasos imprescindibles en el futuro inmediato, entre otros muchos que están en desarrollo o que deben iniciarse.

En primer lugar, fortalecer la alianza profunda de Argentina y Brasil como núcleo de aglutinación de UNASUR, tal como lo pensaron y comenzaron a ejecutar Perón y Getulio y como lo reiteró Alberto Methol Ferré. Y como acaba de expresarlo testimonialmente el Papa Francisco cuando ni bien elegido salió a ser bendecido y bendecir a su pueblo reunido en la Plaza San Pedro, junto con su amigo y compatriota, el Cardenal brasileño Claudio Hummes. 

Esa alianza debe consolidarse al servicio y con el activo y decisivo protagonismo de cada una de las naciones de nuestro continente. Esto hará irreversible el proceso de formación de un estado continental industrial suramericano, y recuperará definitivamente esos otros dos momentos de nuestra historia en los que América del Sur fue un solo estado: cuando el Cusco fue capital del Imperio Inca durante un siglo en el período pre universal y cuando Asunción fue la capital de América del Sur durante algo más de medio siglo en el período indiano.

En segundo lugar, apoyarnos e inspirarnos en el pensamiento latinoamericano, original, transformador y mestizo, que nació cuando otro Francisco, Francisco de Vitoria también revolucionó el mundo, e indignado y conmovido ante la ejecución de Atahualpa por Pizarro, alzó su voz para condenar el magnicidio y negarle toda legitimidad a los poderes globales de entonces para usurpar la soberanía de los pueblos de América o juzgar, condenar y ejecutar a sus reyes. Desde entonces nuestro pensamiento se adelantó siempre al pensamiento europeo en cuestiones esenciales para la realización del hombre, como la proclamación del derecho a la vida y del conjunto de los derechos humanos, el derecho a pertenecer a una comunidad organizada, la soberanía como atributo del pueblo y no de sus representantes, la condena de la esclavitud y de cualquier forma de opresión del hombre o de la mujer, la comunidad universal como comunidad de naciones y pueblos soberanos cualquiera sea su cultura, su raza o su religión o el derecho de todos los hombres y mujeres a establecerse, trabajar, formar una familia en cualquier nación del mundo que elijan, quinientos años antes que se produjese la tragedia africana en las costas europeas o la tragedia latinoamericana a ambos lados del ominoso muro Sensembrener.

Bernardino de Sahagún y José de Anchieta continuaron en América las enseñanzas de Vitoria e iniciaron caminos hacia el corazón de América desde las costas del golfo de México y desde las del nordeste brasileño, alfabetizando el náhuatl y el tupí guaraní e iniciando simultáneamente la conversión del castellano y el portugués en lenguas americanas, capaces de albergar toda la riqueza y los sentidos de las grandes culturas americanas pre universales y el alma de las lenguas de esas culturas como proclamó el gran escritor peruano José María Arguedas en 1950 al abandonar su quechua materno para escribir sus novelas andinas en el castellano de Güiraldes y Vallejos.

La saga ha llegado a nuestros días mediante extraordinarios pensadores, como José Vasconcelos, José Enrique Rodó, Francisco García Calderón, Fernando Ortiz, Manuel Ugarte, Darcy Ribeiro, Raúl Scalabrini Ortiz, Víctor Andrés Belaúnde, Celso Furtado. Miguel Rojas Mix, Rufino Blanco Fombona, René Depestre, Helio Jaguaribe o Alberto Methol Ferré.

Y en tercer lugar, levantando todas las fronteras interiores de América del Sur a las personas nacidas o que viven en cualquiera de nuestras naciones, antesala de una ciudadanía única sudamericana y, en el futuro, latinoamericana y caribeña.

En abril de 2013, en un Seminario sobre el papel de la sociedad civil, y refiriéndose a la imprescindible reforma del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, nuestro compatriota Everton Vieira Vargas, que nos honra con su presencia esta noche, se preguntaba “¿por qué, en un proceso con implicaciones potenciales tan grandes para la gobernanza global, la sociedad civil guarda silencio?”

Quiero concluir entonces formulándome, formulándonos, una pregunta semejante a todos los que estamos hoy aquí, académicos, docentes, alumnos, sacerdotes, dirigentes y militantes políticos, económicos, sociales, diplomáticos, ¿podemos permanecer indiferentes ante una crisis global que ha convertido en muertos civiles a un tercio de la población del mundo, ante los africanos que mueren frente a las costas de Lampedusa o de los latinoamericanos que mueren a un lado u otro del muro Sensembrenner? ¿No tiene nuestra América, la que habla castellano y portugués, muchas soluciones que proponer al mundo para que el mundo pueda cerrar la terrible brecha humanista de sus centros mientras nosotros saltamos la brecha científica y tecnológica sin renunciar a nuestro humanismo popular? ¿No es posible pensar un mundo poliédrico, como propone Francisco, en un escenario global multipolar?

La respuesta a estas preguntas y muchas otras que nos formulamos al enfrentar los problemas cotidianos de la falta de seguridad, de la fragilidad de nuestros trabajos, de las dificultades de nuestras empresas, de la reducción constante de nuestra soberanía, sólo tiene respuesta en la integración de nuestras naciones, en comprender y practicar que somos tan argentinos como uruguayos, brasileños, chilenos, peruanos, paraguayos, bolivianos, venezolanos, colombianos, ecuatorianos, cubanos, paraguayos, ‘hispanos’ o mexicanos, es decir, que todos los americanos y caribeños somos compatriotas. De encarnar esa pertenencia a una patria común está hecho el futuro.



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