Este jueves 10 de enero una gigantesca multitud de venezolanos vestidos de rojo abarrotó las calles del centro de Caracas al grito de "¡Yo soy Chávez!", para suplir simbólicamente a un presidente que no pudo asumir su tercer mandato debido al grave estado de salud que lo mantiene hospitalizado en La Habana desde hace un mes.
No es difícil de comprender. La situación por la que atraviesa el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, el cáncer que se agrava muy poco tiempo después de su triunfo electoral, la serenidad y firmeza con que enfrenta su enfermedad … son cosas que mueven el corazón de nuestros pueblos.
Y, tanto quienes lo apoyan como quienes lo cuestionan, reconocen en su liderazgo, intensamente personal y al mismo tiempo revalidado democráticamente, sustentado en el amor de los sectores más humildes de su pueblo, un eco del de una figura emblemática americana, el argentino Juan Domingo Perón.
Pero nos parece interesante destacar, como demostración de un determinado momento de la realidad política de nuestra América, la solidaridad que – mucho más allá de lo formal - muestran gobiernos de otros países de la región, algunos de los cuales han elegido claramente estrategias distintas a la del Comandante Chávez.
Como señalaba con atención un órgano tan insospechable de “chavismo” como el FinancialTimes, en la movilización de cientos de miles de sus compatriotas que desfiló ante el palacio presidencial de Miraflores en homenaje y solidaridad, líderes y representantes de 22 naciones de Latinoamérica y el Caribe los acompañaron. Allí estuvieron presentes, por ejemplo, los jefes de Estado de Nicaragua, Daniel Ortega, y Bolivia, Evo Morales – a quienes podría atribuirse afinidad ideológica – y también el presidente de Uruguay, José Mujica, Que es acusado por los izquierdistas más apasionados de condescendencia con los EE.UU., y por compatriotas derechistas de condescendencia con Argentina y Brasil.
Tal vez más significativo, en estos días de enero coinciden las visitas a Cuba, donde Chávez se atiende, pero también el lugar que despierta en la vieja derecha latinoamericana (y estadounidense) más reflejos de la vieja Guerra Fría, José Mujica de Uruguay, Cristina Fernández de Argentina, Evo Morales de Bolivia y Ollanta Humala de Perú. El Perú cuya prosperidad actual – mal repartida, pero eso no es nada nuevo en Latinoamérica – depende de las exportaciones de materias primas, y por eso, aunque preside hoy la UNASUR y apoya decididamente el proceso de unidad, explora las posibilidades que le ofrece la Alianza del Pacífico que impulsa EE.UU.
¿Podemos ver entonces, en torno al lecho de enfermo del Presidente Chávez, una manifestación de una América que está ensayando, en unidad, sus propios caminos, sin sujetarse al colonialismo mental que le impusieron, desde la muerte de Bolívar y el alejamiento de San Martín, potencias ajenas? Sería apropiado.
A.B.F.-F.S.M.
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