1 de octubre de 2012

¿Un nuevo equilibrio de fuerzas en América?

Carlos Paez Vilaró


Después de las expresivas afirmaciones de Pepe Mujica y de Marco Aurelio García, que subimos recién a nuestro blog, nos parece oportuno ofrecerles este resumen que uno de los miembros del FSM, Humberto Podetti, hace del proceso en marcha en nuestro hemisferio. ¿Podemos decir que la coherencia en torno a un sistema de valores y la capacidad de sumar voluntades es también una expresión de lo que los expertos en relaciones internacionales llaman el “soft power”, el “poder blando”?

El triunfo obtenido por América del Sur en la OEA en los casos de Paraguay y Assange insinúa un nuevo liderazgo en el continente

Desde el 15 de abril pasado, cuando concluyó la Cumbre de Cartagena de Indias, que reunió a la mayoría de los países miembros de la OEA, la Organización de Estados Americanos, queda planteado un gran interrogante: ¿está en marcha un proceso de cambio de liderazgo en América?
La razón de la pregunta es clara. Estados Unidos no pudo obtener el documento final que había propuesto, ante la unánime exigencia de los países latinoamericanos que se incluyera el reingreso de Cuba a la organización y la condena a Gran Bretaña por su negativa a reintegrar las Islas Malvinas a Argentina. Para colmo, a su regreso a Washington, Obama se encontró con una fuerte declaración de la Asamblea Episcopal Norteamericana – que expresa a los católicos y entre ellos a los ‘hispanos’ que ya son un cuarto de la población de EEUU - exigiendo el retorno irrestricto de Cuba al sistema interamericano.
Dos meses después el gobierno de facto de Paraguay llevó a la OEA el caso de las sanciones recibidas por la destitución ilegal de su Presidente y Presidente de UNASUR, Fernando Lugo. Pese al apoyo de Estados Unidos para sostener un informe del Secretario General de la OEA que declaraba que la destitución había sido legal, la votación fue terminante, rechazando el informe y exigiendo el pronto llamado a elecciones para restablecer la democracia en el Paraguay.
En ambos casos se trató de iniciativas propuestas o apoyadas por Estados Unidos que fueron impugnadas por América Latina.
Casi de inmediato fue una nación de América del Sur, Ecuador, la que presentó una moción en la OEA, solicitando que se convocase a una reunión de Cancilleres de la organización para exigir a Gran Bretaña que respetase la inmunidad de la Embajada de Ecuador en Londres, en la que había pedido y recibido asilo político Julián Assange. El 17 de agosto se produjo la votación y fue nuevamente terminante, pese a los esfuerzos de Estados Unidos y Canadá: 23 países votaron a favor de la convocatoria solicitada por Ecuador, tres votaron en contra y cinco se abstuvieron. Votaron en contra EEUU, Canadá y Trinidad y Tobago. Se abstuvieron Barbados, Bahamas, Panamá, Jamaica y Honduras. Y votaron a favor Guatemala, Belice, El Salvador, Dominica, Antigua y Barbuda, Ecuador, Costa Rica, Colombia, Chile, Brasil, Bolivia, Argentina, Guyana, Venezuela, Uruguay, República Dominicana, San Vicente y las Granadinas, Perú, Paraguay, Surinam, Nicaragua, México y Haití.
Los votos a favor se integran con los de los doce países de América del Sur que forman UNASUR, los tres países del Caribe que integran el ALBA (Antigua y Barbuda, Dominica y San Vicente y las Granadinas), los dos países del Caribe que tradicionalmente acompañan a América del Sur, Santo Domingo y Haití, cinco países de América Central y el gran país latino de América del Norte, México.
El 24 de agosto se realizó la reunión de Cancilleres y, como era de esperar luego de la votación previa, la OEA aprobó por unanimidad exigir a Gran Bretaña el respeto de la sede diplomática de Ecuador, con las solitarias reservas de Estados Unidos y Canadá.
Lo que no habían podido obtener hasta ahora los países de la América que habla castellano y portugués lo obtuvo UNASUR, que está asumiendo paulatinamente el liderazgo interno del Continente.
Esto implica el fortalecimiento de la soberanía y la capacidad de decisión de cada uno de nuestros estados y amplía el margen de maniobra de México, atado a EEUU por el NAFTA. También muestra un horizonte de sentido a la población ‘hispana’ norteamericana, cuya importancia cultural y política en EEUU crece permanentemente – de cada millón de personas que se incorporan al padrón anualmente, 500.000 son latinoamericanos, 250.000 asiáticos, 150.000 africanos y el resto se divide entre los descendientes de europeos latinos y los anglosajones protestantes. Y, por fin, este liderazgo naciente se hace bajo los principios del Consenso del Cusco – expresados en el art. 3 de la Constitución de UNASUR - lo que ofrece a las demás naciones y bloques regionales que pugnan por la conformación de un mundo multipolar y razonablemente equilibrado, un sólido compromiso humanista.

FSM.

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