La firme actitud de Dilma ante la ausencia de una seria investigación del
espionaje ilegal norteamericano culmina un mes de septiembre en el que el mundo
–y su propio pueblo- le dieron claros mensajes a EEUU para que abandone su
pretensión de liderazgo global con sus actuales políticas
Humberto Podetti
(Foro San Martín)
Dilma en la cumbre CELAC-UE
en Santiago de Chile
El retroceso de EEUU en la
decisión de intervenir militarmente en Siria luego de la vigilia universal de
oración por la paz convocada por Francisco y la iniciativa de Putin,
exteriorizó un proceso global que viene gestándose desde comienzos del siglo. La
culminación del siglo XX como el peor de la historia de la humanidad originó
protestas de todos los pueblos de la tierra reclamando un nuevo sistema global
más justo y más humanista. Y en distintas regiones los alzamientos comenzaron a
provocar transformaciones. Una de ellas fue América Latina y el Caribe, donde
la constitución de UNASUR y CELAC permitió alcanzar una sola voz en muchas
cuestiones significativas y un peso creciente en los organismos internacionales.
Uno de los frutos de esa nueva situación es la firme actitud de Dilma de posponer
la aceptación de la invitación de Obama ante la ausencia de una investigación
seria y un compromiso de no repetir el espionaje ilegal. Su posición, que ha levantado
el ánimo de todo el continente, confirma la existencia de un proceso de formación
de un mundo multipolar.
La desaparición de un sistema
global y el surgimiento de otro incluye amenazas significativas, y entre ellas
que la nueva situación sea peor que la anterior. Algunos analistas
internacionales están anunciando un caos mundial ante el retiro del “gendarme”
global. Es posible. Pero también lo es que surja una nueva organización
internacional más justa y una economía más humana. Por de pronto la vigilia
universal de Francisco, bajo su afirmación "la guerra siempre marca el
fracaso de la paz y siempre es una derrota para la humanidad", que
movilizó a todas las iglesias del mundo y notorios y significativos ateos y a
jefes de gobierno de las más variadas ideas políticas y económicas, es una
fuerte señal. Francisco está construyendo un nuevo liderazgo mundial de carácter
espiritual, que entiende e interpreta a los pueblos de todas las culturas y que
comienza a ser fuente de orientación y sentido para dirigentes políticos y sociales de todas
las tendencias en todo el mundo. Esto es novedoso en la historia e implica un
esfuerzo claramente perceptible de guía para la transformación del orden
mundial. Baste imaginar que siquiera una pequeña parte de su ejemplo en la
conducción de la Iglesia Católica sea seguido en las organizaciones
internacionales, los estados, las corporaciones económicas, para sentir la
cercanía de un mundo más equilibrado, de una humanidad de la que formen parte
todos los hombres y mujeres del planeta sin excepciones.
También es una señal la petición
de Putin a EEUU para que deje de considerarse “excepcional”, más allá de las
propias fragilidades de Rusia en muchas de sus políticas.
Estos acontecimientos universales
tienen una clave de interpretación y esa clave es América Latina. Tal vez sólo
un sacerdote latinoamericano, producto del cristianismo de su pueblo y del
pensamiento más joven de la historia podía afrontar con la sencillez, la
frescura y la paz con que él lo hace una revolución de tan vastas proporciones.
La clave latinoamericana permite entender porque Dilma ha
sido más clara y precisa que los dirigentes de otras naciones que protestaron
por el espionaje: “las prácticas ilegales de intercepción de comunicaciones
constituyen un hecho grave que atenta contra la soberanía nacional”. El próximo
24 de septiembre Dilma hablará ante la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Y seguramente todo el mundo estará atento a su mensaje.
Tal vez llegó el momento en que
Obama inicie la transformación de EEUU y dé el
ejemplo en materia de derechos humanos suscribiendo el Tratado de Roma, aceptando
la jurisdicción de la Corte Penal Internacional y derogando la Ley de
Protección del Personal de Servicio Estadounidense que prohíbe la asistencia a
la Corte en cualquier aspecto y amenaza a los países que juzguen a
norteamericanos por violación de los derechos humanos. Y enseguida invite a
Rusia y China a hacer lo mismo.
También que introduzca por fin la
reforma de su pernicioso sistema financiero, combata el comercio ilegal de
armas y drogas desde su territorio, derribe el muro Sensembrenner y abra sus
fronteras como reclamó Francisco desde la isla de los “sin papeles”, y combata
la injusticia social en su nación, la más desigual del mundo como demuestra
Joseph Stiglitz en su libro El precio de
la desigualdad. También que apoye la Campaña contra el Hambre de la FAO y
la acción en favor de un comercio internacional equitativo de la OMC que
impulsan nuestros compatriotas José Graziano da Silva y Roberto Azevedo.
Francisco entre los ‘sin
papeles’ en Lampedusa
En definitiva, que comience a
creer que un mundo seguro es solamente posible con paz y justicia universales. Eso
podría hacer posible un nuevo liderazgo de EEUU en el mundo, compartido con otras
muchas naciones y organizaciones y sobre todo con los pueblos. Tal vez la clave
latinoamericana del mundo contemporáneo anticipe que ha llegado, por fin, la
hora de los pueblos.
Excelente Humberto. Comparto plenamente lo que aquí exponés con brillo.
ResponderEliminarGracias Julio. Un abrazo
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