Pintura de Frida Kahlo |
En una nota reciente del diario argentino La Nación, que reproducimos en nuestro blog, se
especula, desde el punto de vista del nuevo gobierno mexicano, sobre la
expectativa, a partir de la asunción de Enrique Peña Nieto, de una nueva
relación entre México y América Latina (de la que es parte indisoluble,
agregamos nosotros), que en los últimos 12 años de gobiernos conservadores
habría estado marcada por un distanciamiento y una falta de liderazgo.
En
nuestro transcripción, incluimos especialmente una afirmación de Peña Nieto que
nos parece significativa: anunció que impulsará "una nueva política para
facilitar la presencia de los empresarios mexicanos en el exterior, en una
región donde ya se logró integrar bloques económicos que se están apenas
materializando".
Agregó
que se "requieren alianzas estratégicas", y valoró el potencial de la Alianza del Pacífico entre
México, Chile, Perú y Colombia, para que como bloque se logren "beneficios
comunes en un acuerdo inédito y de vanguardia", con una mayor apertura
comercial, movilidad de personas y flujo de capitales.
Estas
expresiones cobran otro peso a la luz de un artículo, también citado por La Nación, titulado "Una
visión de México para el futuro" y publicado en la revista Foreign
Affaires en español, Emilio Lozoya Austin, a quien se considera el futuro
canciller de Peña Nieto, y Jorge Montaño, ex embajador en Estados Unidos,
trazaron una visión de los vínculos del próximo gobierno con América Latina.
Según
los expertos, México debe "recuperar" su lugar "como líder de
América Central" y ser "un referente para América latina", sin
dejar de ser "parte integral de América del Norte".
"Hemos
perdido espacios importantísimos de negociación y mediación. Así, no es difícil
explicar que Brasil los haya ocupado, aprovechando nuestra ausencia",
Podemos
enfocar estas afirmaciones desde el punto de vista de una tradicional rivalidad
entre los dos gigantes de nuestra América, México y Brasil. También puede verse
– con una visión más actual – como un ejemplo de las alternativas que se
postulan para el desarrollo de nuestros países: entre la integración a un
mercado globalizado, en este caso con eje en el Pacífico, y los proyectos
embrionarios de industrialización que se desarrollan especialmente en el
MERCOSUR.
Y
no podemos ignorar, por supuesto, la influencia de las Grandes Potencias
externas: la tradicionalmente hegemónica de los Estados Unidos y la irrupción
de China como cliente e inversor en nuestros países.
Una
visión realista de nuestros intereses debe tomar en cuenta todos estos
factores. Pero nuestra tarea, en consonancia con el mejor espíritu de lo que ha
sido llamado “la civilización latinoamericana” debe ser optar por un camino
autónomo e independiente, integrando los diferentes intereses y visiones. En
esta tarea, en el FSM creemos que Argentina y el resto de los países de la América del Sur y el
Caribe tienen una misión fundamental.
FSM.
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