Graciela
Maturo, Doctora en Letras, profesora
universitaria (UBA, UCA, USAL; UNCu,
UCES, Instituto Franciscano), Investigadora Principal del CONICET, directora de
la Biblioteca de Maestros, fundadora de centros y grupos de investigación,
asesora de editoriales, y autora de algunos poemas inolvidables, ha hecho
llegar este tributo a Leonardo Favio. Queremos compartirlo con ustedes.
Ha muerto Leonardo
Favio, uno de los grandes de la cultura argentina, un poeta, un cantor popular,
un director de cine eximio, un pensador nacional – porque, ¿quién se atrevería
a negar que el arte sea una forma de pensamiento? Nos dejó un
compañero ligado a nuestra vida, a nuestra militancia en el campo de la
cultura. Un maestro que llevaba en sí todos los valores del movimiento popular
más importante que vivió la Argentina, y que supo recoger y simbolizar esos
valores en creaciones inolvidables, desde sus canciones e interpretaciones
musicales hasta su filmografía, vasta y reconocida por todos.
El artista
mendocino, creador de obras como El
romance del Aniceto y la Francisca, profundizó una vía original y profunda del cine
nacional, que ha dado su lugar al sentir, más allá del mero
sentimentalismo, expresando las vetas
más recónditas de la cultura popular, siempre religiosa y litúrgica. Internarse
en los mitos y las leyendas ha sido el rumbo apropiado a un proceso de simbolización que permitió a sus
connacionales reconocerse en entrañables parábolas, visualizando la lucha del pueblo
cristiano contra los poderes y cautiverios.
Por eso muchos de sus films – como Nazareno
Cruz y el Lobo - además de ser
apreciados técnicamente por sus pares, calaron muy hondo en la sensibilidad
popular, como solo el gran arte sabe hacerlo. También hizo acceder al plano
mítico a figuras del deporte o la leyenda como Gatica o Juan Moreyra. Todo lo
que era familiar al pueblo le era próximo a Leonardo, ponía en juego su
creatividad y su talento.
Una enfermedad
cruel se lo iba llevando de a poco, hace muchos años. Hoy le decimos adiós, en
la certidumbre de que han terminado sus padecimientos en la tierra pero se ha
iniciado su vida plena, esa vida de luz en la que queremos creer. En el dolor de la ausencia, lo
recordamos con esperanza.
Graciela
Maturo
FSM.
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