"Telegrafo" |
Nuestro compañero Humberto Podetti, de la Universidad Nacional de Cuyo y del Foro San Martín ha presentado hoy una ponencia en el marco del III Congreso Latinoamericano de Prospectiva y Estudios del futuro-Prospecta América Latina 2012 y el I Congreso Nacional de Prospectiva-Prospecta Argentina 2012, que ya les habíamos anticipado aquí. Este es el Resumen".
Planificación y
financiación del Desarrollo de América del Sur
Humberto Podetti
Universidad Nacional de
Cuyo (Buenos Aires)
Foro San Martín
I La parte del futuro acerca de la cual podemos decidir ha crecido exponencialmente
a) El mundo en los
primeros doce años del siglo XXI
El siglo XX culminó
como el siglo de la maldad insolente: a la mayor cantidad de riqueza y
conocimiento acumulados en toda la historia de la humanidad se correspondió la
situación de mayor injusticia en la distribución de los bienes y el
conocimiento[1].
Simultáneamente el siglo pasado fue también el de las mayores violaciones a los
derechos de las personas y el de la mayor cantidad de declaraciones de esos
derechos. La gravedad de esa situación puede advertirse en que por primera vez en
la historia, una parte significativa de la población del mundo se encuentra
excluida de la pertenencia a su comunidad y se rechaza violentamente su
incorporación a otra comunidad.
La respuesta de los
pueblos fue también por primera vez, universal. El siglo XXI se inició como el
de la movilización de multitudes en todas las naciones del mundo, alzándose
contra la injusticia y la insolencia. Cualquiera fuere el régimen de gobierno,
la cultura o la fe religiosa, no hubo pueblo de la tierra que en estos doce
años del nuevo siglo no se manifestara en asamblea popular. Tal vez el hito que
señale el futuro haya sido el pronunciamiento popular del 1 de mayo de 2006 en
EEUU, en el que millones de ‘hispanos’ proclamaron en asambleas multitudinarias
llevadas a cabo en todas las ciudades norteamericanas, el derecho de toda
persona a pertenecer a una comunidad organizada, es decir, el derecho a tener
derechos.
A diferencia de las
movilizaciones populares del último tercio del siglo XX -que iniciaron en
Polonia el fin del comunismo soviético, en la Plaza Tian an men el inicio del
capitalismo comunista chino o en Soweto la derrota política del racismo
sudafricano-, las movilizaciones del siglo XXI tienen tres exigencias comunes:
el de pertenecer a una comunidad
organizada, el del acceso universal a los bienes y al
conocimiento y el de la participación
de todos en la toma de decisiones, como medio y garantía de la pertenencia
y el acceso. La concreción de estos reclamos tienen en cada región del mundo
caminos propios pero la construcción de esos caminos diversos comparte el
material principal: la participación
de modo efectivo en el poder político y
económico: elegir, controlar, decidir, cuestionar, condenar, garantizar.
La globalización ha desplazado el poder
real de los pueblos y de muchos estados a las grandes corporaciones globales,
que hacen sus propias leyes e imponen sus jueces y deciden acerca del acceso a
los bienes y al conocimiento de las personas y explotan la naturaleza, con la
complicidad de los gobiernos de algunos grandes estados[2].
Y los pueblos han reaccionado en consecuencia: la exigencia que el mercado global debe subordinarse al poder
democrático ha estado presente en las movilizaciones en cada rincón del
mundo, pero principalmente en EEUU, la Unión Europea y Japón.
Pero las leyes y jueces de los estados-nación del siglo XIX y la
democracia liberal del siglo XX son
impotentes para hacer respetar sus decisiones y muchas veces, además, cómplices de las grandes corporaciones
globales, cuya lógica ha penetrado hasta los rincones más remotos e íntimos de
la vida humana sobre la tierra.
La única respuesta
posible es el incremento del poder de los pueblos, las comunidades y las
personas.
Los procesos de
integración regional, si simultáneamente implican la pertenencia de las
personas sin excepciones a las sociedades, la profundización de la democracia y
la democratización de la economía,
permitirán cambiar la naturaleza de la globalización.
La formación de
estados continentales -como será, a mediano plazo, UNASUR-, harán posible un
mundo multipolar, en el que exista un razonable equilibrio entre los
pueblos, los estados y las organizaciones internacionales. Pero además, deben realizar la justicia social y democratizar la
economía, para que la globalización pueda
transformarse en globalización política
–es decir, democrática- que ponga al mercado y a la economía al servicio de
las necesidades de las personas y las comunidades.
En consecuencia, el
desafío para los 88 años que restan del siglo pueden resumirse en: mas democracia, más integración y más soberanía para garantizar que sea
posible un mundo sin excluidos y una mejor distribución de los bienes y el
conocimiento.
b) Cambios en el
sistema de poder en América
El agotamiento del
sistema nacido en las postrimerías de la segunda gran guerra europea del siglo
pasado[3],
y que tuvo su apogeo con la formulación del Consenso de Washington entre las
principales entidades financieras del mundo, ha entrado su declinación
definitiva. Fue, como era previsible, sólo una bisagra entre dos etapas de la
historia humana, al haber desplazado el escenario de la competencia por el
poder y los bienes del espacio al tiempo[4]
y privado de sentido a la vida humana personal y social[5].
La colonización de los estados en EEUU y la Unión Europea ha profundizado la
crisis y producido resultados críticos: la reducción de la soberanía de lo
estados más poderosos del mundo, la extinción de la social democracia y el
estado de bienestar, el crecimiento desmesurado de la pobreza y la desigualdad[6]Si
bien es posible que la nueva era en gestación sea aún peor que la anterior para
el derecho de las personas a tener derechos, comenzando por el derecho a vivir[7],
es también posible que la humanidad avance hacia una situación mejor. Y
numerosos indicios del presente parecen constituir una plataforma desde la que
es posible pensar en un mayor protagonismo de los pueblos y las personas en las
decisiones acerca del futuro y que alguna parte de ese futuro sea como ellos
quieren que sea.
Durante el
pronunciamiento popular del 1 de mayo de 2006 en EEUU, indudablemente el centro
del poder público y privado de la era que concluye, los manifestantes cantaron
en diversos ciudades el himno nacional norteamericano en castellano. Bush
declaró pocos días después que cantar el himno en castellano era subversivo. A
partir de entonces, el poder de la comunidad latinoamericana no ha dejado de
crecer. En la presente campaña electoral Obama ha pronunciado muchos discursos
en castellano y entonó algunas estrofas de su himno en nuestra lengua. También
inauguró un monumento a César Chávez, el Martin Luther King del movimiento
hispano. La Convención Demócrata de
septiembre de 2012 fue presidida por un hispano, Antonio Villaraigosa. Y quien
dio el discurso de apertura, señalando las líneas fundamentales de la propuesta
demócrata, fue otro hispano, Julián Castro, de 36 años. Quién da ese discurso
es habitualmente alguien con futuro promisorio, presidenciable. Obama ocupó ese
lugar en la Convención Demócrata de 2004. La mitad de los jóvenes en
condiciones de votar en EEUU en las próximas elecciones son hispanos.
Al concluir el 15 de abril pasado la Cumbre de
Cartagena de Indias, que reunió a la mayoría de los países miembros de la OEA,
EEUU no pudo obtener el documento final que había propuesto ante la unánime
exigencia de los países latinoamericanos que se incluyera el reingreso de Cuba
a la organización y la condena a Gran Bretaña por su negativa a reintegrar las
Islas Malvinas a Argentina. A su regreso a Washington, Obama se encontró con
una fuerte declaración de la Asamblea Episcopal Norteamericana –que expresa a
los católicos y entre ellos a los ‘hispanos’ que ya son un cuarto de la
población de EEUU- exigiendo el retorno irrestricto de Cuba al sistema
interamericano.
Dos meses después el gobierno de facto de
Paraguay llevó a la OEA el caso de las sanciones recibidas por la destitución
ilegal de su Presidente y Presidente UNASUR, Fernando Lugo. Pese al apoyo de
Estados Unidos para sostener un informe del Secretario General de la OEA que
declaraba que la destitución había sido legal, la votación fue terminante,
rechazando el informe y exigiendo el pronto llamado a elecciones para
restablecer la democracia en el Paraguay.
Casi de inmediato fue una nación de América
del Sur, Ecuador, la que presentó una moción en la OEA, solicitando que se
convocase a una reunión de Cancilleres de la organización para exigir a Gran
Bretaña que respetase la inmunidad de la Embajada de Ecuador en Londres, en la que
había pedido y recibido asilo político Julián Assange. El 17 de agosto se
produjo la votación y fue nuevamente terminante, pese a los esfuerzos de
Estados Unidos y Canadá: 23 países votaron a favor de la convocatoria
solicitada por Ecuador, tres votaron en contra y cinco se abstuvieron[8].
Los votos a favor se integran con los de los
12 países de América del Sur que forman UNASUR,
3 países del Caribe que integran el ALBA (Antigua y Barbuda, Dominica y
San Vicente y las Granadinas), 2 países del Caribe que tradicionalmente
acompañan a América del Sur, Santo Domingo y Haití, 5 países de América Central
y el gran país latino de América del Norte, México.
El 24 de agosto se realizó la reunión de
Cancilleres y, como era de esperar luego de la votación previa, la OEA aprobó
por unanimidad exigir a Gran Bretaña el respeto de la sede diplomática de
Ecuador, con las solitarias reservas de Estados Unidos y Canadá.
Al inaugurar la X Conferencia de Ministros de
Defensa de las Américas el Presidente de Uruguay y uno de los líderes más
significativos de UNASUR, José Mujica, señaló que la "gran guerra" de
la región es "contra la desigualdad y la pobreza" y que es necesario
gobernar el mundo con “otra mirada”.
Pese a ello y como había ocurrido en la Cumbre de Cartagena de Indias,
Estados Unidos y Canadá vetaron el tratamiento de la soberanía argentina y
sudamericana sobre las Islas Malvinas. Sin embargo, el Ministro de Defensa de
Brasil, Celso Amorin, en su primera intervención en la Conferencia,
desconociendo el veto, sostuvo que “en el marco de cuestiones de defensa y
seguridad, Brasil considera que la conferencia debe registrar las
reivindicaciones de Argentina sobre las Islas Malvinas, como ya ocurrió en el
MERCOSUR, la UNASUR y la CELAC”. Los países de América Latina y el Caribe –que integran la
Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC)- resolvieron adoptar
una posición más drástica que la que siguieron en Cartagena de Indias,
emitiendo una Declaración Final de la Cumbre, en la que incluyeron expresamente
el reclamo de reconocimiento de la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas
y en concordancia con las palabras del Presidente uruguayo, José Mújica,
expresaron su decisión de promover la paz y la cooperación en el Atlántico Sur,
en referencia al ejercicio militar planificado por Gran Bretaña en las
Malvinas. Estados Unidos y Canadá debieron limitarse a expresar sus reservas
sobre la cláusula. La decisión de la CELAC expresa nuevamente que EEUU y Canadá
deberán revisar sus políticas internacionales para no quedar aislados en el
sistema hemisférico.
Esa política parece seguir los tambores del siglo pasado y no los del
presente. América del Norte no puede desarrollar una política internacional
sostenible sin dialogar con la América del sur del Río Grande acerca de los
derechos e intereses de los latinoamericanos, que cada día consolidan más una
visión unificada de los asuntos mundiales.
Lo que no habían podido obtener hasta ahora
los países de la América que habla castellano y portugués lo obtuvo UNASUR, que
está asumiendo paulatinamente el liderazgo interno del Continente. Esto implica
el fortalecimiento de la soberanía y la capacidad de decisión de cada uno de
nuestros estados y amplía el margen de maniobra de México, atado a EEUU por el
NAFTA. También muestra un horizonte de sentido a la población ‘hispana’
norteamericana, cuya importancia cultural y política en EEUU crece
permanentemente[9].
Y, por fin, este liderazgo naciente se hace bajo los principios del Consenso
del Cusco –expresados en el art. 3 de la Constitución de UNASUR- lo que ofrece
a las demás naciones y bloques regionales que pugnan por la conformación de un
mundo multipolar y razonablemente equilibrado, un sólido compromiso humanista.
II – Planificación
y financiación del desarrollo de América del Sur
La profundización
de la democracia comenzará por cambiar el principio general que la funda: debe ser el pueblo –y no sus
representantes- quien delibera y
gobierna por los medios que hagan posible la expresión ordenada, congruente y
permanente de su voluntad. Los representantes deben ser sólo mandatarios
obligados a cumplir las instrucciones de sus mandantes y a rendir cuentas de
ese cumplimiento.
Las organizaciones
supranacionales emergentes de los procesos de integración deberán ser asimismo
democráticas. En algún momento UNASUR
deberá contar con un Presidente y un
Parlamento elegidos democráticamente. El Presidente deberá ejercer las
funciones delegadas por los estados miembros (fuerzas armadas, relaciones
internacionales, banco central, educación, recursos naturales, etc.). El
parlamento deberá contar con dos Cámaras: una que represente de modo directo a
los pueblos y otra que represente a los Estados. Presidente y parlamentarios
deberán tener mandato obligatorio y someterse al juicio de residencia.
Este proceso
incrementará la soberanía en sus dos vertientes: en tanto soberanía popular, haciendo a los pueblos efectivamente partícipes
de las decisiones y en cuanto soberanía
de los estados, garantizando que sus decisiones sean respetadas por las
corporaciones globales, los demás estados y las organizaciones internacionales.
Pero el incremento
de la soberanía requiere simultáneamente la democratización de la economía y su
sometimiento al poder democrático. Aunque China ha logrado desarrollar un
sistema que respeta la lógica de acumulación del mercado global sin ceder el
control político, lo ha hecho a costa de la desigualdad en el reparto de la
riqueza, la ausencia de un sistema que ´permita a las personas participar en
las decisiones y el descuido de los
recursos naturales. Las movilizaciones populares reclamen en China lo mismo que
en el resto del mundo.
Las dos cuestiones
centrales de soberanía económica continental es tener una política monetaria y una política
financiera comunes a todos los estados que integran UNASUR y en un paso
inmediato posterior, una autoridad monetaria sudamericana y un fondo sudamericano
de financiamiento. Ambos procesos están en marcha. El primero mediante la
creación del Sistema Unitario de Compensación Regional de Pagos (SUCRE), que
incluye el Consejo Monetario Regional y se inspira en el Sistema Multilateral
de Pagos (SML) establecido, aunque aun insuficientemente aplicado entre
Argentina y Brasil para substituir el dólar como moneda de los intercambios. El
SUCRE establece los procedimientos para que los intercambios dentro de UNASUR
abandonen definitivamente el dólar como moneda y avancen a un moneda de cuenta,
común etapa previa a una moneda común sudamericana. El segundo mediante la
creación del Banco del Sur, como fondo monetario, banco de desarrollo y
organización financiera de América del Sur.
Sin integración en
organizaciones supranacionales democráticas no habrá mercado efectivamente
regulado y juzgado por jueces públicos y no habrá justa distribución de los
bienes y el conocimiento. Por ello, aunque sean metas lejanas, que deben
construirse y alcanzarse con paciencia y persistencia, es preciso que sean
metas explícitas para todas las personas de buena voluntad la profundización de la democracia, la regulación del mercado, la integración continental y el incremento
consecuente de la soberanía popular y
nacional.
[1]Hardoy, Ana (2004) Editorial en Herrera,
Amílcar O. y otros (1977), ¿Catástrofe o
Nueva Sociedad? Modelo Mundial Latinoamericano 30 años después, 2ª.
Edición, Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo, 2004.
[2] Stglitz, Joseph E., El precio de
la desigualdad. El 1% de la población tiene lo que el 99 % necesita, Taurus,
Buenos Airas, 2012, p. 194.
[3] Arendt, Hannah, La tradición
oculta, Paidos, Buenos Aires, 2004, p.16.
[4] Laïdi, Zaki, Un mundo sin
sentido, FCE, México, 1999, p. 15
[5] Podetti, Humberto Crisis global,
derecho e integración regional en Podetti Humberto y Bonneso de Araujo, Luiz, Integración
y Derecho, EDIAR, Buenos Aires, 2007, p. 223.
[6] Guillén, Rubén León, Integración
suramericana: cara o ceca. [Base de un proyecto soberano o herramienta de
sujeción a los intereses foráneos], Agenda de Reflexión N° 841, 14/09/2012, http://www.agendadereflexion.com.ar/2012/09/14/841-integracion-suramericana-cara-o-ceca/
[7] Jaguaribe,Helio
Un estudio crítico de la historia cit.,
T. II, p. 695. Sostiene Jaguaribe que “una sociedad consumista totalmente
intransitiva no es autosustentable y puede dar lugar a uno de dos resultados. Uno sería la formación de un mundo
orwelliano en el que la élite del poder
instituiría una dirección autoritaria tecnocrática, por medio de la cual
el consumismo intransitivo se mantendría a cambio de proveer de apoyo a la
élite en el poder”.
[8] Votaron
en contra EEUU, Canadá y Trinidad y Tobago. Se abstuvieron Barbados, Bahamas,
Panamá, Jamaica y Honduras. Y votaron a favor Guatemala, Belice, El Salvador,
Dominica, Antigua y Barbuda, Ecuador, Costa Rica, Colombia, Chile, Brasil,
Bolivia, Argentina, Guyana, Venezuela, Uruguay, República Dominicana, San
Vicente y las Granadinas, Perú, Paraguay, Surinam, Nicaragua, México y Haití.
[9] De
cada millón de personas que pueden inscribirse anualmente en el padrón
electoral en EEUU, 500.000 son latinoamericanos, 250.000 asiáticos, 150.000
africanos y el resto se divide entre los descendientes de europeos latinos y
los anglosajones.
FSM.
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