27 de septiembre de 2012

"El pensamiento estratégico de Brasil, hoy"

 Marco Aurelio García: “Necesitamos una doctrina de la integración”.


El Asesor Especial para Asuntos Internacionales de la Presidenta Dilma Rouussef concedió un extenso reportaje al periodista Carlos Monge de La Segunda de Chile, el 8 de septiembre. Sus respuestas sobre diversos aspectos del proceso de integración de América del Sur en UNASUR y de América Latina y el Caribe en la CELAC destacan las fortalezas de la unión continental para un diálogo y una negociación equilibradas con el mundo y la necesidad de desarrollar una doctrina de la integración. García –abogado y licenciado en filosofía y profesor de Historia Latinoamericana en la Universidad Federal de Campinas-, sostiene que es necesario desarrollar una doctrina de la integración, que no sólo sea la explicitación de los elementos incorporados a la Constitución de UNASUR y de las grandes cartas de triunfo que la región tiene -múltiples fuentes energéticas, excelente producción de alimentos y minerales, rica biodiversidad y una población más de 400 millones de personas- sino, sobre todo, los aspectos político-culturales que fundan un proyecto como UNASUR.
  

Marco Aurelio García
El profesor Marco Aurélio García, asesor internacional de la Presidenta Dilma Rousseff  (y antes del Presidente Luiz Inácio Lula da Silva), conoce Latinoamérica como la palma de su mano. Y Chile, en particular, más que cualquier otro país, porque aquí vivió parte de su exilio, luego de dejar Brasil en la década del 60, huyendo de la dictadura militar que llegó al poder en 1964. Virtual ministro sin cartera, la oficina de este fundador del Partido de los Trabajadores (PT) -se dice que él redactó el programa de esa agrupación política, fundada en 1981- está en el PLANALTO, a escasos metros del despacho de la Mandataria. Y su labor consiste, principalmente, en ser los ojos y oídos de la Jefa de Estado del país más poblado de América del Sur, en materia de política exterior.
Allí, en el palacio presidencial de Brasilia, recibió a "La Segunda Sábado" para abordar diversos temas relacionados con la agenda bilateral de Chile y Brasil, en primer término. Pero también sobre el entorno regional en el cual esta relación se inserta.
Calos Monge: ¿Cómo definiría el actual estado de la relación bilateral entre Brasil y Chile? Da la impresión de que es una relación correcta, pero de baja intensidad, pues no se aprecian gestos especiales de un lado u otro.
Marco Aurelio García: Son buenas las relaciones, Ud. lo ha dicho: correctas. Obvio que el gesto que se esperaría es el de una visita de la Presidenta a Chile. Eso vendrá en algún momento. La verdad de las cosas es que la situación económica hizo que disminuyera considerablemente la agenda internacional de los presidentes, que en los últimos años ha sido muy intensa. Ayer mismo mencionaba en una charla para diplomáticos, en Itamaraty, que la diplomacia presidencial había impuesto tareas impresionantes para los jefes de Estado, muy distintas de lo que ocurría en el pasado. Getulio Vargas estuvo 19 años en el gobierno, acá, en Brasil, e hizo dos visitas al exterior. Una a Argentina y otra a Paraguay. Pero no creo que eso vaya a significar -el canciller (Antonio Patriota) estuvo allá, yo estuve allá-, una disminución de la relación nuestra. No tendrá quizás la intensidad que tuvo en otros momentos, pero la volverá a tener. De eso estoy absolutamente seguro. Así que no creo que exista ningún problema particular que esté pesando hoy día sobre las relaciones.
-¿Cómo se pueden densificar las relaciones entre dos países que no tienen fronteras físicas entre ambos?
-¿Se acuerda de la frase famosa del Barón de Rio Branco, cuando decía que tenemos "una amistad sin límites"? Hay dos campos que se pueden explotar. Por una parte, relaciones bilaterales propiamente dichas. Tenemos una relación económica y comercial que es importante. Chile tiene grandes inversiones en Brasil y Brasil comienza a tenerlas también allá. Incluso en sectores de significación estratégica, como es el caso de la energía...
-Se acaba de anunciar que el grupo brasileño LAP invertirá en Chile US$ 2.000 millones para generar energía eólica e hidroeléctrica en los próximos años.
-Sí. Y obviamente Chile tiene ese problema crucial que lo afecta. La naturaleza, tan generosa en una serie de cosas con Uds., no lo fue en el caso de la energía. Y es un momento también de transición de los paradigmas energéticos... Pero quisiera retomar el tema bilateral más amplio. Hay relaciones también en el ámbito del intercambio de políticas públicas de los dos países. Y vínculos que nos interesan mucho en educación, ciencia y tecnología. La Presidenta Dilma tiene una visión muy clara, que creo es compartida también por el Gobierno chileno, en el sentido de que los avances que vamos a tener en el ámbito productivo están muy vinculados a la innovación científica y tecnológica. En un país que tiene una economía muy abierta -tengo entendido que el PIB chileno está en un 60% vinculado al comercio exterior; el nuestro es mucho menor: a lo sumo, un 13-, ganar la competitividad necesaria depende, en gran medida, de hacer innovación. El otro aspecto es el multilateral...
-Ahí hay grandes coincidencias, ya que, por lo general, Brasil y Chile votan alineados en los organismos multilaterales.
-En efecto, yo diría que en las últimas instancias multilaterales, Brasil y Chile estuvieron juntos, sea en la forma por la cual tratamos la crisis de Paraguay, o bien en la convergencia en UNASUR (Unión de Naciones Sudamericanas). Y últimamente en el caso de la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), que nosotros impulsamos en un comienzo y que ahora sé que Chile está conduciendo en una forma muy adecuada, de cara a la cumbre del próximo año en Santiago.
-A propósito de la crisis paraguaya, es evidente que este tema dividió en dos a los organismos hemisféricos: mientras UNASUR y MERCOSUR suspendían al gobierno de Federico Franco, el sucesor de Lugo, la OEA decidió, en cambio, mirar y esperar (Nota del FSM: el gobierno de facto de Paraguay llevó a la OEA el caso de las sanciones aprobadas por unanimidad en UNASUR y MERCOSUR a raíz de la destitución ilegal de su Presidente y Presidente UNASUR, Fernando Lugo. Pese al apoyo de Estados Unidos para sostener un informe del Secretario General de la OEA que declaraba que la destitución había sido legal, la votación fue terminante, rechazando el informe y exigiendo el pronto llamado a elecciones para restablecer la democracia en el Paraguay, de modo que en realidad, la OEA siguió el criterio de UNASUR y MERCOSUR.).
-Nosotros fuimos muy críticos del informe del secretario general de la OEA (José Miguel Insulza), porque da una impresión de normalidad. Primero, no hubo normalidad en la forma por la cual el Presidente Lugo fue echado de la Presidencia. Y eso UNASUR lo reconoció unánimemente. Y la situación post caída de Lugo tampoco es normal. Hay mucha persecución. Una cosa es que no exista represión al estilo de las viejas dictaduras que hubo en Chile, en Brasil, en Argentina, pero es verdad también que hay una persecución sistemática en contra de todos los partidarios de Lugo.
-En diciembre próximo comienzan los alegatos entre Chile y Perú en la Corte Internacional de La Haya. ¿Cómo observa Brasil esta situación?
-He hablado con muchas autoridades chilenas y hablé más recientemente con autoridades peruanas, algunas incluso involucradas directamente en la negociación de La Haya. En todas partes escuché, primero, una disposición de aceptar las conclusiones a las que el tribunal llegué allí. Habrá, probablemente, una pequeña crispación en el momento de los alegatos, pero eso puede desaparecer muy rápidamente. Además, y ésta es una opinión muy personal, la impresión que tengo, observando otras decisiones de La Haya, es que no será una decisión tajante, en contra o en favor de uno o de otro país.
Creo que habrá una decisión equilibrada que probablemente pueda disgustar a las dos partes, o, al revés, puede ser que les guste a las dos partes. Encuentro que esa decisión es importante, porque, aceptada por ambas partes, como creo que va a serlo, permitirá que se pongan de acuerdo para avanzar en cosas más significativas. Sobre todo en una región que está haciendo una apuesta por su integración. Lula siempre decía que no quería que un problema del siglo XIX perturbara, por así decirlo, las relaciones del siglo XXI.
Eso significa que a lo mejor vamos a tener que archivar algunas de las cuestiones, dejarlas como cuestiones históricas. Cuestiones que no son irrelevantes, y que tienen pesos distintos para cada uno de los países. Pero hay que pensar alternativas que puedan, en el ámbito de una solución pacífica y diplomática, crear una nueva situación.
-Hay quienes piensan que la Alianza del Pacífico, integrada por México, Colombia, Chile y Perú, aunque sus miembros lo nieguen, es un pacto ideológico y que apunta contra UNASUR. ¿Qué piensa Ud.? (Nota del FSM: La Alianza del Pacífico, fue constituida el 6 de junio de 2012 y la integran como miembros plenos México, Colombia, Perú y Chile y como observadores Costa Rica, Panamá y Uruguay. Algunos sostuvieron que era un acuerdo opuesto al ALBA, que integran Venezuela, Ecuador, Bolivia, Cuba, Nicaragua, Antigua y Barbuda, Dominica y San Vicente y las Granadinas o un contrapeso al MERCOSUR. También se sostuvo que en realidad estaba inspirada por México, inquieto por la formación de UNASUR y para equilibrar el peso del MERCOSUR. Sin embargo hasta la fecha no ha tenido ninguna repercusión en UNASUR ni en la CELAC).
-No, no creo que apunte contra UNASUR. Puede ser que algún sector, algún sector de gobierno o algún gobierno, tenga diferencias con UNASUR. No creo. Porque la última vez que UNASUR se reunió demostró una unanimidad extraordinaria en torno a una cuestión álgida, y que no era fácil, como fue la crisis paraguaya. Ahora, que hay alineamientos político-ideológicos distintos en la región, sobre eso no hay ninguna duda. Tenemos el ALBA (Alternativa Bolivariana para las Américas). Brasil no hace parte ella, pero ahí está. Hay una configuración muy particular en América Central también, cambiante, en la medida en que suben gobiernos más de izquierda, más de derecha, más de centro, en fin.
Entonces, creo que sería un error, si cualquier grupo que se constituyera -y aquí no me refiero en particular a nadie- apareciera como conflictivo con UNASUR. Cuando nosotros creamos UNASUR y fue una discusión muy larga, la idea que teníamos era justamente eliminar cualquier sesgo ideológico. Y sí hacer una apuesta muy fuerte en el peso que el proceso de integración tendría para que pudiéramos ubicar a América del Sur de otra forma en el mundo.
Fue una elección brasileña también. Brasil podría intentar ir solo. Constituirse como un polo en el mundo. Podríamos intentar incluso transformar al MERCOSUR en ese polo, sobre todo ahora con el MERCOSUR fortalecido con el ingreso de Venezuela, pero hicimos otra apuesta. Que no estaba apoyada necesariamente en la sensibilidad política o ideológica de tal o cual gobierno, sino que buscaba realizar una convergencia.

Ahora, eso pone en evidencia un tema que a Lula le preocupa mucho y que él lo expresa en una forma muy particular. Yo estuve en una discusión hace tres días con él, en San Pablo, en una reunión que hizo con todos los movimientos sociales relevantes de Brasil sobre América del Sur. Y él decía: Nosotros necesitamos, de alguna manera, de una doctrina sobre la integración. Esa es su expresión. Creo que cuando dice eso, lo que está planteando es no sólo, digamos, la codificación, la racionalización de aquellos elementos que nosotros pusimos en el momento de la constitución de la UNASUR como elementos necesarios.

-¿Una integración que, en definitiva, vaya más allá de los aspectos meramente comerciales, como ha sido hasta ahora?

-Es decir, no vamos a hacer una integración solamente comercial, porque incluso tenemos regímenes comerciales totalmente distintos. Vamos a hacer una integración que potencialice las grandes cartas de triunfo que la región tiene y que son muchas. Es una región con múltiples fuentes energéticas, productora de alimentos y de minerales, rica biodiversidad y población -con un mercado que se está constituyendo de más de 400 millones de personas-, etcétera, etc.

Pero hay que ir más allá de eso, y tratar de descubrir ciertos aspectos político-culturales, por así decirlo, que justifican un proyecto como UNASUR. Y creo que hay base para eso. ¿Por qué? Porque nosotros tenemos hoy día una región democrática. Obviamente habrá personas en Chile que criticarán la democracia de Venezuela y habrá gente en Venezuela que criticará la democracia en Brasil, y así por delante. Pero creo que, cada una a su manera, son todas ellas experiencias muy importantes. En Chile, de hecho, la última expresión de ello es la alternancia. 
En el caso de países como Venezuela, Bolivia, Ecuador, hubo un fenómeno muy importante en los últimos años que fue la ampliación del espacio público. Lo cual hizo que fueran necesarias nuevas discusiones y nuevas configuraciones de las instituciones políticas, porque no es posible que estas instituciones se mantengan cristalizadas cuando hay cambios en la correlación de fuerzas en la sociedad. Puede que eso signifique muchas veces una efervescencia y una turbulencia política, está bien. Pero no es verdad que antes de que ello ocurriera esos países vivían en la tranquilidad.

-¿En qué sentido?
-Ecuador tuvo ocho presidentes en diez años. En los cuatro primeros años del gobierno de Lula, fui por lo menos 16 veces a Bolivia y me encontré con cuatro presidentes distintos. Y en Venezuela, desde el 89, se fue el mito de la estabilidad y la democracia. Si Chávez está allá, no es porque sea un dictador, Chávez está allá por elecciones. Ha ganado doce elecciones en catorce años. Y a uno puede gustarle o no, como puede no gustarle Piñera o no gustarle Dilma, pero la verdad es que a las sociedades de los respectivos países sí les gustaron.
Corredor bioceánico: "Si no es por Bolivia, será por Argentina"
Vuelvo a la agenda bilateral. Desde 2010, se anuncia la inauguración del corredor bioceánico, que unirá a Brasil con Chile, a través de Bolivia. Dado que la relación Santiago-La Paz está bloqueada por la reivindicación boliviana de una salida al mar, el asunto continúa trabado. ¿Es posible imaginar que esa conexión vial se pueda dar a través de otros países? ¿Por ejemplo, Argentina?
-En primer lugar, no creo que el contencioso de frontera, que es secular, entre Bolivia, Chile y Perú, porque es un problema tripartito, sea un obstáculo para que nosotros avancemos. La pregunta de por qué no avanza el corredor tiene que ser hecha a los bolivianos, porque hay un pequeño trecho ahí que no se resuelve. Pensamos rehacer muy pronto nuestras discusiones con nuestros amigos bolivianos para ver si avanzamos. Sé que hay otros proyectos que no son incompatibles, sino que, por el contrario, son paralelos a ése, que sería el del corredor bioceánico Porto Alegre-Coquimbo, y que supone un paso por la cordillera, por medio de un túnel de mediana altitud. No sé si los estudios están en este momento concluidos. Pero sé, sí, que sobre todo el gobierno local (de San Juan), estaba muy interesado en el tema, porque eso tendría un impacto positivo en su economía.
Hablando de Bolivia, Brasil concedió asilo en su embajada en La Paz a un senador opositor a Evo Morales, Roger Pinto, que acusó al gobierno boliviano de estar en connivencia con el narcotráfico.
Ese es un asunto que no quiero profundizar mucho. Ud. sabe que el derecho de asilo es muy fuerte en América Latina. Yo mismo fui beneficiario de ese derecho tras el golpe de Estado de 1973 en Chile. En el momento en que ese senador pidió asilo se consideró, a partir de una serie de elementos, que lo merecía. El gobierno boliviano tiene una posición distinta. No quiere conceder el salvoconducto. Estamos examinando con tranquilidad eso. Pero no creemos que eso vaya a crear ninguna dificultad suplementaria entre Bolivia y Brasil. 

-Hace poco Brasil realizó un operativo, en el que participaron sus FF.AA., en toda su frontera terrestre. Y, en paralelo, se dio una incursión policial, acordada con las autoridades peruanas, en territorio de ese país, con objetivos antidroga. ¿Cómo manejará Brasil esta nueva agenda de seguridad "transnacional", que aparece sobre la mesa?
  -Quisiéramos manejarla en el ámbito de UNASUR. UNASUR creó un consejo, con un nombre muy complicado que siempre se me escapa. Algo así como Consejo para Tratar el Problema de las Drogas, etc. Más allá de los acuerdos bilaterales que hay al respecto entre Brasil y Bolivia, Brasil y Perú, y otros países, pensamos que eso debiera ser objeto de una negociación más fuerte, más intensa y multilateral, en el ámbito de UNASUR. Y debiera estar encauzada por algunas medidas. Primero, control de fronteras. En el caso brasileño, es un problema grave, porque nosotros tenemos una frontera de tierra y mar gigantesca... 
(Nota del FSM: El Consejo fue constituido el 4 de agosto de 2010 y su nombre es Consejo Suramericano Sobre el Problema Mundial de las Drogas y es una instancia permanente de la UNASUR de consulta, cooperación y coordinación sobre el narcotráfico).  
-Que inevitablemente es porosa...
  -Muy porosa. Ahí tenemos, por una parte, que fortalecer los puntos más abiertos de frontera. Para ello, estamos utilizando cada día más dos instrumentos que nos parecen importantes. El sistema Sivam-Sipam, que es un sistema de monitoreo, con aviones, radares y satélites, sobre todo en la Amazonía. Y, por otro lado, queremos multiplicar la presencia de aviones no tripulados en esa región. Incluso estamos produciendo esos aviones en Brasil ahora. Que son también instrumentos muy efectivos. La otra cosa es impulsar las actividades de control del lavado de dinero, porque eso sí es un elemento de gran eficacia en el combate del narcotráfico. Pero, más allá de la cooperación bilateral que nosotros tenemos -y que con Bolivia, por ejemplo, es muy buena-, sería de gran importancia que pudiéramos dar más peso efectivamente en el ámbito de UNASUR a ese consejo que fue creado un poco a la imagen del Consejo Sudamericano de Defensa.
  FSM

 

 
 

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