Carlos Paez Vilaró |
Después de las expresivas
afirmaciones de Pepe Mujica y de Marco Aurelio García, que subimos recién a
nuestro blog, nos parece oportuno ofrecerles este resumen que uno de los
miembros del FSM, Humberto Podetti, hace del proceso en marcha en nuestro
hemisferio. ¿Podemos decir que la coherencia en torno a un sistema de valores y
la capacidad de sumar voluntades es también una expresión de lo que los
expertos en relaciones internacionales llaman el “soft power”, el “poder
blando”?
El triunfo obtenido por América del Sur en la OEA en los casos
de Paraguay y Assange insinúa un nuevo liderazgo en el continente
Desde el 15 de abril pasado, cuando concluyó la Cumbre de
Cartagena de Indias, que reunió a la mayoría de los países miembros de la OEA,
la Organización de Estados Americanos, queda planteado un gran interrogante:
¿está en marcha un proceso de cambio de liderazgo en América?
La razón de la pregunta es clara.
Estados Unidos no pudo obtener el documento final que había propuesto, ante la
unánime exigencia de los países latinoamericanos que se incluyera el reingreso
de Cuba a la organización y la condena a Gran Bretaña por su negativa a
reintegrar las Islas Malvinas a Argentina. Para colmo, a su regreso a
Washington, Obama se encontró con una fuerte declaración de la Asamblea
Episcopal Norteamericana – que expresa a los católicos y entre ellos a los
‘hispanos’ que ya son un cuarto de la población de EEUU - exigiendo el retorno
irrestricto de Cuba al sistema interamericano.
Dos meses después el gobierno de
facto de Paraguay llevó a la OEA el caso de las sanciones recibidas por la
destitución ilegal de su Presidente y Presidente de UNASUR, Fernando Lugo. Pese
al apoyo de Estados Unidos para sostener un informe del Secretario General de
la OEA que declaraba que la destitución había sido legal, la votación fue
terminante, rechazando el informe y exigiendo el pronto llamado a elecciones
para restablecer la democracia en el Paraguay.
En ambos casos se trató de
iniciativas propuestas o apoyadas por Estados Unidos que fueron impugnadas por
América Latina.
Casi de inmediato fue una nación de
América del Sur, Ecuador, la que presentó una moción en la OEA, solicitando que
se convocase a una reunión de Cancilleres de la organización para exigir a Gran
Bretaña que respetase la inmunidad de la Embajada de Ecuador en Londres, en la
que había pedido y recibido asilo político Julián Assange. El 17 de agosto se
produjo la votación y fue nuevamente terminante, pese a los esfuerzos de Estados
Unidos y Canadá: 23 países votaron a favor de la convocatoria solicitada por
Ecuador, tres votaron en contra y cinco se abstuvieron. Votaron en contra EEUU,
Canadá y Trinidad y Tobago. Se abstuvieron Barbados, Bahamas, Panamá, Jamaica y
Honduras. Y votaron a favor Guatemala, Belice, El Salvador, Dominica, Antigua y
Barbuda, Ecuador, Costa Rica, Colombia, Chile, Brasil, Bolivia, Argentina,
Guyana, Venezuela, Uruguay, República Dominicana, San Vicente y las Granadinas,
Perú, Paraguay, Surinam, Nicaragua, México y Haití.
Los votos a favor se integran con los
de los doce países de América del Sur que forman UNASUR, los tres países del Caribe que integran el
ALBA (Antigua y Barbuda, Dominica y San Vicente y las Granadinas), los dos
países del Caribe que tradicionalmente acompañan a América del Sur, Santo
Domingo y Haití, cinco países de América Central y el gran país latino de
América del Norte, México.
El 24 de agosto se realizó la reunión
de Cancilleres y, como era de esperar luego de la votación previa, la OEA
aprobó por unanimidad exigir a Gran Bretaña el respeto de la sede diplomática
de Ecuador, con las solitarias reservas de Estados Unidos y Canadá.
Lo que no habían podido obtener hasta
ahora los países de la América que habla castellano y portugués lo obtuvo
UNASUR, que está asumiendo paulatinamente el liderazgo interno del Continente.
Esto implica el fortalecimiento de la
soberanía y la capacidad de decisión de cada uno de nuestros estados y amplía
el margen de maniobra de México, atado a EEUU por el NAFTA. También muestra un
horizonte de sentido a la población ‘hispana’ norteamericana, cuya importancia
cultural y política en EEUU crece permanentemente – de cada millón de personas
que se incorporan al padrón anualmente, 500.000 son latinoamericanos, 250.000
asiáticos, 150.000 africanos y el resto se divide entre los descendientes de
europeos latinos y los anglosajones protestantes. Y, por fin, este liderazgo
naciente se hace bajo los principios del Consenso del Cusco – expresados en el
art. 3 de la Constitución de UNASUR - lo que ofrece a las demás naciones y
bloques regionales que pugnan por la conformación de un mundo multipolar y
razonablemente equilibrado, un sólido compromiso humanista.
FSM.
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